miércoles, 29 de enero de 2014

Sábado, sabadete...

Hoy es sábado. Marta, Ruth y yo nos hemos levantado temprano para ir de compras. La verdad es que hacía mucho que no iba y lo necesito urgentemente. Hemos decidido ir al centro de Barcelona, las tiendas son mucho más grandes y hay más cantidad de todo, claro que también hay mucha más gente, pero no nos importa.
Llevamos toda la mañana de aquí para allá, entrando y saliendo de las tiendas. Cada vez llevamos más bolsas con toda la ropa y complementos que hemos comprado. Las dejamos en el coche de Ruth y nos disponemos a volver a arrasar con todo.
En las tiendas, mientras nos probamos nuevos modelitos, hablamos y cotilleamos. A Marta no le hemos contado lo que sucedió entre Ruth y yo. No le hace mucha gracia hablar de sexo, así que preferimos no decirle nada.
Ya es mediodía y tenemos hambre. Hemos decidido ir a comer a La Tramoia, en la Rambla Catalunya. Las tres pedimos tapas variadas para compartir y unas claras para beber. Mientras degustamos la comida, seguimos hablando animadamente. Entonces Marta me pregunta:
-Oye, ¿qué tal Hector? Hace días que no os veo juntos.
-Digamos que estamos pasando por una situación complicada... Oye que ricas están las tapas, ¿verdad?- Digo para distraer la atención.
-Sí, están muy ricas. Pero, ¿estais saliendo juntos o no?- Vuelve a la carga...
-Marta, calladita estás más guapa, chata.- Dice Ruth, dándole un codazo para que se calle.
-No importa Ruth. Mira, Hector y yo somos amigos, bueno, algo más que amigos, pero no somos novios.- Le digo y asiente. Entiende que es un tema del que no me gusta mucho hablar.
Cuando terminamos de comer, nos tomamos un café del Sturbucks y, mientras nos los tomamos damos una vuelta por la Plaza Cataluña y Las Ramblas.
Hartas de las tiendas, decidimos pasear un rato por las calles del Barrio Gótico. Siempre hay algún rincón que descubrir. Y así, como quién no quiere la cosa, Ruth dice:
-Podríamos quedarnos esta noche e ir a alguna discoteca o pub, ¿no?
-Ya tía, pero mira que pintas llevamos, así no nos dejan entrar en ningún sitio.- Dice Marta, la aguafiestas.
-¿Y por qué no pillamos una habitación en un hotel y pasamos aquí la noche? Nos vestimos con la ropa que nos hemos comprado, pillamos algo de maquillaje en alguna perfumería y ya está.- Las convenzo.
-Pues no es mala idea. Ale, a por el maquillaje y a reservar habitación en un hotel.- Ruth está encantada.
-Ya, ¿y qué hotel escogemos? Porque yo no tengo mucha pasta.- Otra vez la aguafiestas.
-Pues lo buscamos con la app del móvil y ya está.- Dice Ruth convencida.
Al final, después de mucho buscar, decidimos ir al Hotel Astoria. Cogemos dos habitaciones dobles, una para dos de nosotras y la otra para la que pille cacho esta noche. Compramos algo de maquillaje y nos dirijimos hacia el hotel.
Una vez allí, nos cambiamos, nos ponemos guapas y salimos. Cenamos en el Sushi Fusion de la Diagonal y luego nos vamos a tomar algo y a hacer tiempo en algún pub.
Entramos pronto en Sutton, así no pagamos entrada. Aún no hay mucha gente, pero se está bien. Nos
ponemos a bailar en la pista. Cuando empieza a llenarse, nos vamos a la barra y pedimos tres chupitos de tequila con limón y sal. Brindamos por nosotras y nos los bebemos, poniendo caras de ¡oh, me quema la garganta! Nos reimos y después nos pedimos unas Heineken.
Hay un grupo de chicos que no paran de mirarnos. Se nos acercan y se presentan. Uno de ellos se queda hablando con Ruth. Pobre, no sabe lo que hace... Marta se escabulle, no sé como, pero lo hace. Y a mí se me acerca un adonis de melenita rubia, ojos azules, nariz recta, boca prominente y facciones marcadas. Es alto, muy alto y está cachas. Lleva puesto una camisa blanca, un pantalón de vestir negro y zapatos a juego.
Llevamos un buen rato hablando, en el que me ha contado que se llama Zayan, que juega en un equipo de waterpolo, que es de Mataró y que tiene 21 años. Insiste en invitarme a un cubata y yo le dejo que lo haga.
Pasadas las cuatro de la madrugada, Ruth, Marta y yo, decimos de irnos. Zayan quiere venirse conmigo. Miro a las chicas y Ruth dice con una sonrisa socarrona:
-Anda, ya dormimos Marta y yo en la misma habitación. Aaaayyyy...
Me río y nos dirigimos al hotel, que por suerte no está muy lejos.
Zayan y yo entramos en nuestra habitación. Se me abalanza para besarme. Y me empotra contra una de las paredes. Me besa apasionadamente, sin dejar que me mueva. Noto la presión de su erección en mi vientre. Empiezo, como puedo, a desabrocharle los botones de la camisa. Luego le quito el cinturón y le bajo los pantalones. Él me saca de un sólo tirón el vestido que llevaba, quedándome en ropa interior. Me mete su mano derecha por dentro del culotte. Me separa los labios y me masajea el clítoris erecto y abultado. Comprueba que estoy completamente húmeda. Saca su mano para acabar de salirse de los pantalones y quitarse los calzoncillos y calcetines. Me pide que me deje puesto el sujetador. Se sienta a los pies de la cama y yo me siento encima suyo. Lo que en un principio eran prisas, se ha convertido en un "baile" lento. Nos volvemos a besar, esta vez saboreándonos lentamente. Nos tumbamos. Me pide que ponga mi conejito a la altura de su cara. Y yo le propongo hacer un 69. Sin más, acerco mi toto a su boca y el me ofrece su sable. Noto un lametón que hace que me arda todo. Le cojo la base de la polla y luego me dedico a jugar con mi boca haciéndole jadear. Me mete dos dedos en la vajina y continúa lamiendo mi clítoris. Gimo con su polla en mi boca. Noto como los fluidos de mi cuerpo van saliendo y le aviso que estoy a punto de correrme. Me pide que mientras me corra le haga una paja, para oirme gemir. La velocidad de sus dedos comienza a provocar los primeros espasmos. Más que gemir, grito sin control. No aguanto más y exploto, literalmente, dejándole la cara completamente mojada. Mientras se limpia como puede, me pide que siga comiéndole el nabo en la misma posición en la que estoy. Empuja su cadera contra mi boca, metiéndomela hasta la garganta. Me quedo unos segundos quieta, hasta que al final se corre. Me levanto y cojo del bolso un paquete de kleenex. Le ofrezco uno para que se limpie y yo hago lo mismo. Me quito el sujetador y me acerco a él sensualmente. Sabe que quiero más y él ya está listo para otro round. Me tumba en la cama, boca arriba. Se pone encima mío y comienza a masajear mis pechos, suavemente. Luego retuerce mis pezones, los muerde y los tortura con su lengua. Le enseño un condón, lo coge y se lo pone sin dificultad. Me la mete en una embestida rápida y se tumba encima mío. Le agarro de la espalda y las voy bajando hasta cogerle el culo. Se lo aprieto. En un momento en el que estoy arqueando la espalda, me agarra y me levanta sentándome encima suyo. Ahora me toca moverme a mí. Le beso mientras nos seguimos moviendo. Gemimos y gritamos. Luego, en un movimiento rápido, me pongo en la postura del perrito. Zayan suelta un ¡uf! y me vuelve a embestir. Me coge de la melena, fuerte pero sin hacerme daño. Esta vez me folla con fuerza y rápido. Con la mano que tiene libre, me coge una teta y me la magrea, mientras yo me toco el clítoris. Estoy a punto de correrme y Zayan me pide que le espere un poco que él también está a punto. A la segunda embestida que me pega no aguanto más y me corro sin control. Él continúa un poco más y cuando se corre se desploma encima mío. Los dos jadeamos. Los dos estamos sedientos. Los dos estamos sudados. Los dos estamos cansados. Los dos nos quedamos dormidos.

2 comentarios:

  1. Mª Jose quienes te conocemos desde hace tanto, estamos descubriendo facetas de ti desconocidas y tan atractivas como tu. Esta siendo toda una gran experiencia y además muy grata, me encanta lo que escribes. Auguro que te van a llegar grandes cosas en la vida. Mucha suerte y sigue así. Mil besos desde Cádiz.

    ResponderEliminar
    Respuestas
    1. Muchas gracias Mari!!!
      La verdad es que siempre me había gustado escribir, pero nunca había escrito relatos y mucho menos de este tipo, así que yo misma estoy descubriendo una faceta mía que tampoco conocía, pero que me está gustando mucho.
      Muchos besos y abrazos para todos!!

      Eliminar