Mmm, que bien sienta que te hagan un masaje en el cuerpo. He tenido
unas semanas bastante ajetreadas en el trabajo y, la verdad, necesitaba
relajar mi mente. Hacía tiempo que no venía al SPA. He venido sola, pero
en el Aire de Barcelona me conocen muy bien. De hecho, tengo
confianza con Gabi, mi masajista. Hemos hablado mucho y sabe todas mis
aventuras. Al igual que Marta, se ha convertido en mi mejor amiga.
Después del masaje, Gabi me aconseja que me meta en el baño del tepidarium,
que es la piscina de agua templada. Me dice que ahora no hay nadie y
podré estar muy tranquila y relajada. Es un encanto esta chica.
Aunque estoy con los ojos cerrados, oigo como entra alguien en la
piscina. Con lo bien que estaba yo. No importa, haré como si no hubiera
nadie y seguiré a lo mío. Se respira tanta paz y tranquilidad…
Oh, vaya, ahora parece que se ha puesto a mi lado, como si no hubiera
piscina para los dos… Me está rodeando la cintura con su brazo. Abro
los ojos. Es Nathan. ¿Qué hace aquí?¿Cómo sabía que estaba aquí? No
puedo evitarlo y le sonrío. Me responde con otra sonrisa y me besa en
los labios. Esto sí que no me lo esperaba.
-Sabía que estabas aquí, porque Gabi me avisó que vendrías y, tenía
muchas ganas de verte. Esta tarde estaremos completamente solos.
Y me vuelve a besar, lento y muy sensual. Este chico sabe ponerme a
cien en un segundo. Me abraza mientras sigue besándome y me pega a la
pared. Noto su erección a través de su bañador. Sí, él también se pone a
cien conmigo. Me tiene aprisionada pero consigo darme la vuelta para
ponerlo a él contra la pared y me quito la parte de abajo del bikini. Me
sumerjo y le quito el bañador a él también. Vuelvo a salir a la
superficie y con mis piernas me agarro a él, introduciendo su pene en mi
vagina. Lentamente, nos movemos con un vaivén de caderas mientras nos
besamos. Estamos muy pegados el uno al otro, completamente conectados,
compenetrados. Somos uno. Nunca lo había hecho así, no sabía lo mucho
que me gusta esta forma de sexo. Nathan no deja de acariciar mi espalda
mientras seguimos nuestro baile lento y sensual. Al cabo de un rato me
lleva a las escaleras de la piscina, que están al lado nuestro y me
tumba en ellas. No son muy cómodas, pero las sensaciones que estoy
teniendo con Nathan son tan placenteras que no me importa. Gimo en un
susurro para su oído. Él continua follándome lentamente y me mira a los
ojos. Arqueo mi espalda, notando que me llega el orgasmo, aunque no
quiero que me llegue todavía, quiero continuar así durante más tiempo,
me gusta demasiado como para dejarlo ahora. Pero es inevitable
contenerlo y estallo con una serie de espasmos. Él también se corre y se
tumba encima mío en un abrazo con su cabeza encima de mi hombro. Cierro
los ojos mientras intento calmar mi respiración. Y, en un descuido, me
susurra al oído:
-Te quiero.
-Yo también te quiero, Nathan.
FIN
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