jueves, 16 de enero de 2014

En la oficina

El viaje a Madrid, ha sido… muy interesante, pero Elías está cabreado, por no poder venir conmigo y, además, sabe que lo hice expresamente. Me llama para que vaya a su despacho. La verdad es que tengo mucho trabajo que hacer, pero es el jefe y cuando el jefe te llama, tienes que acudir.
Pico a la puerta y la abro un poco. Me hace una señal para que entre, está hablando por teléfono con algún pez gordo. Me siento y espero a que termine. Cuelga y le da a un botoncito del teléfono para decirle a Silvia, su secretaria, que no le pase más llamadas, ni visitas, no quiere siquiera que entre ella. Se levanta serio y cierra la puerta con llave. Me quedo bastante sorprendida, pero sé lo que significa eso.
Me pregunta cómo me ha ido el viaje. Le contesto que ha ido muy bien, que me ha encantado la ciudad, que el hotel no podía ser mejor y que la gente de allí me ha parecido encantadora. Asiente con la cabeza y me mira con desconfianza.
-¿Te has acostado con alguien?
Le miro fijamente, frunciendo el ceño. ¿Está celoso? No tiene ningún derecho a preguntarme eso, aún así le miento y le digo que no. Vuelve a asentir con la cabeza y sigue con la mirada de desconfianza. Me dice que no me cree, que seguro que cada noche me llevaba a alguien para que me follara duro. Ahora lo entiendo, eso era lo que él pretendía que ocurriera en el caso de haber ido los dos juntos. Quiere que sea su amante. Me quedo mirándole pensativa y le digo:
- Elías, sé qué quiere de mí. Lo único que le puedo dar es una ración de sexo ahora, en este momento y, una vez que terminemos, escribiré mi carta de dimisión. No puedo ser su amante, así que me marcharé de la empresa sin hacer ruido. Pero si rechaza esta propuesta, me quedaré, usted me dejará en paz y continuaré con mis quehaceres.
Me mira pensativo. Sabe que si me quedo, se queda sin follar y, si lo hacemos, se queda sin su mejor analista. Después de un largo rato, me dice que él tiene una propuesta mejor. Follar una última vez y quedarme en la empresa. Me dice que será duro verme y no poder tenerme, pero que sabrá contenerse. Le miro y abro mis piernas a lo “Instinto Básico”. Me mira en la entrapierna y comprueba que no llevo nada debajo. Se levanta y se me acerca, para agarrarme y sentarme en la mesa. Me toca y comprueba que estoy húmeda. Se desabrocha el cinturon y se baja los pantalones. Él tampoco lleva nada debajo, únicamente una erección muy prominente. Me la mete despacio, como si no quisiera que se termine nunca ese momento. Me da la sensación que me está haciendo el amor, así que le agarro del culo con brusquedad, indicándole que lo que quiero es que me folle duro. Empieza a acelerar. Esto me gusta más. Me tumbo sobre la mesa y veo una lucecita encendida en el teléfono. Su secretaria nos está escuchando. A mí no me importa, el que tendrá graves problemas con su mujer es él, no yo. Es más, saber que está escuchándolo todo, me excita mucho y gimo más fuerte. A lo que Elías responde con embestidas más fuertes. Estoy a punto de correrme y él continúa dándome duro. ¡Oh, sí!¡Sigue así!¡No pares! Y en ese momento, se escucha un carraspeo que suena desde el teléfono. Elías no puede parar aunque se le desencaja la mandíbula al saber que su secretaria lo ha oído todo. Nos corremos, nos limpiamos, nos colocamos bien la ropa. Me despido y salgo de su despacho. Silvia me mira con los ojos como platos y yo paso por delante suyo sonriendo.
Me dirijo al baño, para poder asearme mejor. Alguien ha entrado detrás de mí. Es ella, comprobando que no haya nadie más en el baño. Me mira y me dice que me he convertido en su heroína.

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