jueves, 16 de enero de 2014

Día sorprendente

Me despierto desconcertada por el olor a velas. ¿Cuando las encendí? y, ¿por qué las encendí? Me doy cuenta que no estoy sola, me giro y veo a Marta y Nathan desnudos y abrazados. Logro alcanzar mi móvil de la mesita de noche y les hago una foto. La verdad es que ha quedado muy artística, para no tener ni idea de fotografía. Sonrío, dejo el móvil donde estaba y me dirijo al baño.
Pongo la ducha en marcha y espero a que el agua se caliente. Me doy cuenta que no sé la hora que es, aún habiendo cogido el móvil antes. Sigo bastante soñolienta, así que la ducha me sentará genial. Ya está caliente. Dejo que el agua resbale por mi cuerpo, apoyo mis manos en la pared de enfrente y me quedo así unos minutos. Alguien ha entrado en la ducha. Me acaricia la cintura y me abraza. Es Nathan.
Me besa en el hombro y sube despacio por mi cuello. Me giro para mirarle. Tiene cara de sueño, pero está muy guapo. Se acerca para besarme, muy lento, muy suave, muy húmedo. Me pone y a él también. Desciende hacia mi cuello de nuevo, sin dejar de besarme. Sigue bajando y se detiene en mis pechos, para lamerlos haciendo círculos hasta llegar a mis pezones. Succiona y mordisquea mientras con sus manos acaricia mi espalda y mi culo. Luego continua besando mi abdomen y lame mi ombligo. Cada vez desciende más, hasta detenerse en mi sexo. Me mira y sonríe pícaramente. Es la primera vez que le veo sonreirme así y sé porqué es. El contacto de su lengua me hace vibrar. Suerte que lo llevo todo depilado, la sensación es mucho más placentera de esta manera. Empieza a chupar mi clítoris con la lengua plana, poco a poco, saboreándome. Después comienza a hacer círculos y me introduce dos dedos, provocando que jadee con intensidad. Ahora lo succiona y vuelve con los círculos pero esta vez más rápido e intenso. Creo morir cuando para, pero sólo lo hace para levantarme, pegarme a la pared de la ducha y follarme con intensidad. Al cabo de un buen rato, nos corremos y, por primera vez en la vida, eyaculo. Los dos nos sorprendemos y comenzamos a reir.
Terminamos de ducharnos, entre besos, caricias y bromas. Al salir, vemos que Marta no está. Ha dejado una nota que dice:
"Lo siento chicos, me he tenido que ir antes, me han llamado para ir a trabajar, se ha puesto enferma una de mis compañeras. Por cierto, os he visto en la ducha. Me ha gustado veros, aunque vosotros no os hayais dado cuenta de mi presencia. Sabed que me he masturbado. Lo de anoche estuvo muy bien, espero que lo podamos repetir de nuevo. Un saludo. Marta"
Caray, esta chica cada día me sorprende más. Nathan me mira y me dice que también se tiene que marchar, que no tiene prisa, pero que no puede quedarse conmigo todo el día. No importa, tal como acabó la noche anterior y como ha empezado este día, ya no me preocupa nada en absoluto. Preparo unas crêpes, mientras él pone una cafetera en el fuego y saca el zumo de melocotón de la nevera. Nos sentamos en la mesa de la cocina y desayunamos. Le pregunto que porqué se pone las gafas teniendo unos ojos tan bonitos. Me contesta que, en realidad, se siente más cómodo con ellas puestas. Me confiesa también que es fan de Superman y su alter ego Clark Kent. Me río, pero también le confieso que soy fan de ese personaje. Le sorprende, pero a la vez le intriga saber más cosas de mí. Por desgracia se tiene que marchar ya. Se despide de mí con dos besos y un abrazo muy cálido.
Me llaman al teléfono. Es Elías, mi jefe, otra vez. Dice que quiere verme, que es por trabajo. Le digo que en una hora estaré en la oficina. Me fastidia tener que ir a trabajar en domingo. No suele pasar, pero cuando ocurre, es porque alguien ha hecho una cagada monumental.
Acabo de aparcar y me dirijo al edificio donde trabajo. Subo al ascensor y marco la planta siete. Se abren las puertas y cruzo el pasillo. Pico con los nudillos en la puerta y enseguida me abren. Es Marta quien lo hace. Que raro, pero si dijo que iba a trabajar.
- ¡¡¡SOOOORPREEEEESAAAAAAA!!!
¡Oh, Dios mío! Lo había olvidado por completo, es mi cumpleaños y me han organizado una fiesta sorpresa. No me lo puedo creer, ha venido todo el mundo. ¡Incluso Nathan estaba implicado! Madre mía, no paro de recibir regalos, aunque el mejor sin duda ha sido el de esta mañana.
Elías se acerca y me felicita. Me da dos besos, muy apretados. Sé qué quiere, pero hoy no se lo voy a dar. Hoy es mi día. Además, ha venido con su mujer, dudo mucho que le haga gracia, como su marido y yo nos escaqueamos para hechar un polvo.
Hoy ha sido un día muy completo y estoy muy contenta. La verdad, no pensaba que acabaría así. Estoy cansada, me voy a dormir ya. Mañana, será otro día.

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