Mi jefe me regaló por mi cumpleaños, una semana en Madrid en el Hotel
Adler. Pensaba que iríamos los dos juntos, pero escogí unas fechas en
las que él no podía venir. Por lo menos así, podré visitar la ciudad
tranquilamente y, podré ver a ciertas amistades que conocí en twitter.
Por fin he llegado a la ciudad. El chofer que me ha recogido en el
aeropuerto, es un señor muy atento y simpático. Me está paseando por la
ciudad y me recomienda sitios para visitar. Acabamos de llegar al hotel,
me despido del chófer y entro. Por fin en la habitación, le dejo una
buena propina al botones para que se vaya y pueda quedarme sola
disfrutando del lujo de este magnifico hotel. Le doy las gracias a
Elías, aunque él no pueda oirme y sonrío con picardía. Saco las cosas de
las maletas y las guardo en el armario. Me doy una ducha y me dispongo a
arreglarme para conocer esta magnífica ciudad.
Llevo dos días y estoy realmente maravillada con los rincones que he
descubierto. El Templo de Debod, me produjo una sensación de
tranquilidad y paz impresionantes. La Gran Vía, con su bullicio y sus
teatros. La calle Preciados y sus tiendas. La Plaza del Sol, la calle
Arenal… En fin, el centro de Madrid no tiene nada que envidiar al de
Barcelona.
He quedado con un amigo en un bar de la Plaza Mayor. He llegado media
hora antes, así que mientras le espero, pido una clarita con la que me
traen una tapa. Ya está aquí. Me levanto, nos presentamos con nuestros
verdaderos nombres, nos damos dos besos y nos sentamos para cenar y
conocernos un poco mejor. Alberto, que así se llama, parece un poco
nervioso, pero a la que pedimos un par de cervezas, se le pasa por
completo y comenzamos a bromear. Terminamos de cenar, pagamos la cuenta y
nos vamos a tomar algo en un pub. Mientras nos tomamos unos gin tonics,
nos vamos acercando cada vez más. Él ya me tiene agarrada por la
cintura y yo le cojo del brazo. Se nota que va al gimnasio porque lo
tiene duro. Hay tensión sexual entre nosotros, así que le propongo que
me acompañe al hotel con alguna excusa. Me acompaña muy complacido, sabe
lo que me propongo.
Estamos en la puerta del hotel. Le digo que en la habitación tengo
mueble-bar y que si quiere una última copa antes de despedirnos. Acepta.
Subimos en el ascensor solos. Sigue la tensión. Llegamos a mi
habitación, abro la puerta, entramos, le ofrezco una copa y él se
sienta. Le digo que espere un momento, que necesito ir al baño. Por
suerte, guardé la ropa interior y los juguetes allí. Me quito la ropa
rápido y me pongo un culotte y un corsé de encaje negro a conjunto, luego las medias y mis stilettos
de 12 cm. Cojo la bolsa de los juguetes y salgo a la habitación. Está
observando la habitación con detenimiento y cuando posa sus ojos sobre
mi, abre la boca totalmente sorprendido. Obviamente, esto no se lo
esperaba. Le pido que se siente en la silla. Obedece. Dejo la bolsa
encima de la cama y me acerco a él. Está muy excitado. Me siento en sus
piernas de cara a él. Mientras nos besamos, le quito la camiseta. Sí,
definitivamente va al gimnasio. Seguimos besándonos. Le acaricio los
hombros, el pecho, el abdomen hasta llegar a su pantalón. Le quito el
cinturón. Le pido que se levante y se quite el resto de la ropa. Cuando
termina, le digo que se vuelva a sentar. Estoy detrás de la silla. Le
cojo las dos manos y se las ato con su cinturón. Me pongo delante de él.
Cojo dos cuerdas de la bolsa y le ato las piernas a las patas de la
silla. Bien, ya está completamente indefenso. No va a poder tocarme,
pero sí verme. Vuelvo a sentarme encima suyo. Está ansioso, pero yo no
tengo nada de prisa. Acerco la bolsa y saco un aceite de masaje con
sabor a vainilla. Me unto las manos y empiezo a masajear los hombros.
Suavemente desciendo hasta llegar a su polla, que está muy dura. Con una
mano se la masajeo con un vaivén lento, mientras que con la otra
masajeo sus huevos. Le beso, sin dejar de masajear. Quiere más, así que
me levanto para ponerme de rodillas y chupársela a mi antojo. Con el
aceite que le he puesto, sabe a vainilla, pero pronto le saco todo el
sabor. Jadea e intenta mover los brazos, pero no puede. No quiero que se
corra en mi boca, así que paro. Me pongo de pie, para quitarme el corsé
y luego el culotte dejando, únicamente, las medias y los stilettos.
Se muerde el labio y suelta un suspiro. Vuelvo a sentarme encima suyo,
pero esta vez con su polla dentro de mi y, antes de empezar a moverme,
cojo el antifaz y se lo pongo. Ya ha visto suficiente, es hora de
dejarse llevar por las sensaciones. Me lo follo salvajemente y cuando
nos corremos, le quito el antifaz y me dice que quiere más. De hecho, no
tarda mucho en volver a estar empalmado. Le desato. Se levanta y me
abraza, sin dejar de besarme. Me acerca a los pies de la cama y, aún de
pie, me da la vuelta, quedándome de espaldas a él. Me besa el cuello,
los hombros. Me lame la espalda, dejando un camino, para luego soplarlo y
que se me erice la piel. Me muerde el culo suavemente. Se pone de nuevo
de pie y con una de sus piernas, separa las mías, mientras que con su
mano derecha, me empuja para que quede semi tumbada en la cama. Me
masajea el culo y toca todo mi sexo. Estoy completamente húmeda. Me la
mete con brusquedad y continúa así durante un rato, mientras yo no dejo
de gemir. Sin dejar de empujar, me masajea el ano. ¡Oh, Dios mío! Estoy
tan sumamente cachonda… Antes de acabar, me la mete por el culo, pero
esta vez con más cuidado. Me toco el clítoris, mientras él continúa con
sus embestidas. Nos volvemos a correr y cae desplomado encima de mí, con
la respiración entrecortada. Se levanta y yo me giro para mirarle. Le
sonrío y le indico donde está el baño. Le sigo y me ducho con él. Es muy
tarde, así que le digo que se quede a dormir. Acepta.
Me despierto aunque es muy temprano todavía. Me visto y me arreglo,
todavía me quedan muchas cosas por ver en Madrid. Alberto sigue
durmiendo, así que le despierto con cuidado. Me mira soñoliento y
sonríe. Le digo que me voy a ir, que se quede un rato más si quiere. Me
dice que quiere pasar el día conmigo, que así me enseñará rincones que
muy poca gente conoce. Acepto y espero a que se vista y se asee. Ya ha
terminado. Ahora, a terminar de ver mi Madrid adorada.
Buffff! Esta chica sí sabe cómo conocer "el Madrid auténtico y profundo" jajajajaja. Voy poco a poco, Mª José. Sigo leyéndote. Gracias por tus relatos. Ahora ya tengo tu blog entre mis favoritos.
ResponderEliminarAh! cuando quieras, pásate por el mío. ;)
Besos
Eso, poquito a poco, estos relatos es mejor leerlos así jajajaja. Muchas gracias a tí, Mary Ann, por leerme. Ahora mismo me pasaré por tu blog ;)
EliminarUn beso.