Desde que le hice la mamada a Elias, no ha parado de mandarme
indirectas, mensajes y llamadas. Está como loco porque, por lo visto,
nadie se la había chupado como yo antes. Yo le ignoro a propósito, me
gusta que sea mi perrito faldero. En la oficina manda él, pero en todo
lo demás, mando yo y sé que eso le pone un montón.
A Marta, acabé contándole lo que ella ya se imaginaba. Ella se reía y
me explicó que, cuando él salió del baño aún estaba con la cara
desencajada y la camisa mal colocada. También me confesó que no le
hubiese importado participar en nuestro encuentro fortuito. Cosa que me
sorprendió, porque Marta es una chica más bien tímida y un poco
convencional. Al final, tanto salir conmigo, la voy a acabar
pervirtiendo del todo.
Esta noche vamos a salir un rato, primero iremos a un pub a tomar
algo y después nos encontraremos con un grupo de amigos y amigas en la
discoteca. La verdad es que si no me doy un poco de prisa, al final se
irá sin mi.
Al final es Marta la que llega tarde, pero la disculpo porque se ha
arreglado estupendísimamente. Se ha alisado su larga melena pelirroja y
se ha maquillado aportando toda la atención en sus labios carnosos de
color rojo. Lleva un vestido corto, ajustado, de color negro y escotazo
en la espalda y los zapatos rojos que le regalé por su cumpleaños. Se
sube en mi descapotable y me dice:
- Perdona por tardar tanto Sandra, ya sabes que no estoy acostumbrada a salir.
- Te lo perdono porque estás despampanante. La verdad es que me has dejado impresionada.- Le guiño un ojo y le sonrío.
Es tan tímida que se sonroja. Si no la conociera, diría que le gusto,
pero tampoco me ha dado a entender que es homo o bisexual. Es curioso,
porque ahora que lo recuerdo, ni siquiera ha mencionado nunca que le
guste algún chico, aunque en realidad, me importa bien poco su condición
sexual, es mi amiga y punto.
Acabamos de salir del pub y, de camino a la discoteca, nos
encontramos con Minerva y Xavier. Una vez dentro, vemos al resto del
grupo. Entre ellos está Nathan, un chico inglés que ya lleva diez años
en nuestro país. Es guapísimo, me tiene loca. No me malinterpreteis, no
estoy enamorada, pero me encantaría tener un affair con él.
Además hoy está tremendo con su camisa azul oscuro y sus tejanos rotos.
Veo que se ha recogido la melena larga y oscura en una coleta, pero
sigue escondiendo sus preciosos ojos verdes, en sus gafas retro. No lo
puedo resistir y me acerco a él con paso decidido, pero Marta se me
adelanta, plantándole dos besos muy marcados en las mejillas. ¡No me lo
puedo creer! ¡Y encima se le está insinuando! ¡Oh, Dios, estoy celosa!
Después de saludar a todos, aparco mi cabreo y mis celos y me acerco a
él. Es muy cariñoso y me encanta como me mira. El resto de hombres me
comen con la mirada, pero Nathan no, él tiene una mirada dulce que me
derrite al momento.
Empiezan a sonar las primeras notas de Sex on Fire de los Kings of
Leon y empiezo a bailar. No sólo me gusta esta canción, sinó que la
disfruto al máximo. Marta se acerca para unirse a mi baile. No lo
podemos evitar y nos descontrolamos. Al final ella me coge del cuello y
me besa. Es un beso muy sensual, largo y húmedo y cuando termina me pide
perdón. A lo que yo le respondí con otro beso igual de excitante. Todos
se sorprenden, excepto él, excepto mi Nathan.
Marta me pide que nos marchemos, me dice que tiene ganas de mi y yo
acepto encantada. No es la primera vez que mantengo una relación
lésbica, de hecho, se lo agradezco, porque parece que el resto del grupo
no se sienten muy cómodos a nuestro lado. Al salir, nos damos cuenta
que alguien nos sigue. Es Nathan, dice que quiere venir con nosotras,
que quiere disfrutar de las dos. A mi no me importa pero miro a Marta
por si le incomoda, pero veo que está más que contenta de que se una a
nuestra fiesta privada.
Nos vamos a mi casa, es más grande y sé que Marta se encontrará mucho
más cómoda. En cuanto llegamos, Nathan se avalanza hacia Marta,
besándola muy despacito y cariñosamente. Él sabe que es una flor
delicada y hay que tratarla con mucho cuidado. Eso me pone aún más
cachonda. Mientras ellos se besan y manosean, me dedico a ambientar un
poco más mi habitación: pongo mi CD favorito de Lenny Kravitz, es ideal
para estas situaciones, enciendo velas por todas partes, apago la luz y
dejo que la luz tenue juegue con las sombras de nuestros cuerpos.
Ya están desnudos y siguen jugando con sus manos, así que me quito la ropa y me uno a ellos.
Nathan está jugando con sus dedos en el clítoris de Marta, que jadea
mientras ella le hace una paja. Entonces, me acerco para besarla y,
suavemente, le pellizco los pezones que, ya están duros de por sí. Ella
acerca una mano a mi clítoris, para acariciármelo. Ambas estamos húmedas
y ambas queremos más. Nathan, por supuesto, también quiere más, así que
se tumba y me pide que me siente encima y de espaldas a él. Su polla
está muy dura, así que me la introduzco y empiezo a moverme a buen
ritmo. Oigo como jadea. Yo también jadeo. Marta sigue jugando con mi
clítoris, pero esta vez con su lengua. Es increíble lo bien que lo hace,
me sorprende gratamente esta faceta suya. Estoy tan excitada que me
corro y, aunque noto que él también lo está, parece contener su orgasmo
para poder seguir dándonos más placer. Ahora es el turno de Marta. En
esta ocasión, Nathan decide que se tumbe ella, boca arriba. Le coge las
piernas, enrollándoselas, quedándose él de rodillas. Empieza a
penetrarla, suave al principio para poco a poco ir subiendo la
intensidad. Ella jadea tan rápido, que pronto se le seca la boca. Me
acerco lentamente e, introduzco dos dedos en un vaso de agua y luego se
los meto en la boca. Noto que me lo agradece. Bebo un poco sin tragar y
se lo paso poco a poco, a modo de beso. Empieza a llegar al éxtasis
cuando Nathan la deja a medias, pero sé cómo hacer que consiga alcanzar
el orgasmo. Comienzo a lamerle el clítoris, suave pero rápidamente,
mientras le meto dos dedos por la vagina. Noto como poco a poco se
deshace de placer. Y Nathan hace lo propio con su polla en la boca de
Marta.
Quedamos completamente exhaustos, pero satisfechos y mis celos han desaparecido por completo, cuando Nathan nos confiesa algo:
- Chicas, me ha encantado esta sesión de sexo. La verdad es que las
dos me gustais mucho, pero no sabía a quien de las dos acercarme. Tú,
Sandra, me parecías totalmente inaccesible con tu forma de ser. Eres una
mujer muy fuerte y segura de ti misma y eso, me hacía sentir débil. Por
el contrario, Marta, es tímida, insegura y sensible, por lo tanto, no
sabía como acercarme sin que te sintieras incómoda. Pero después de ver
el numerito que habeis montado en la discoteca, me dije que era mi única
oportunidad de aprovechar el momento. Y aquí estamos.
- Y aquí estamos.- Repite Marta.
Los tres sonreímos y nos quedamos dormidos. Desde luego, ésta no es
una anécdota que contar a los nietos, pero que recordaremos durante
mucho tiempo.
muy bueno, me ha gustado bastante. Consigue que me meta en la historia
ResponderEliminarMuchas gracias por tus comentarios Darío ;D
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