viernes, 31 de enero de 2014

Ellie Goulding

En el último relato sobre Valentina, La gran decisión, hablo sobre la canción de Ellie Goulding, Only you. Me pareció idónea para explicar como descarta a Hector. Aquí os dejo el vídeo con la canción.




Espero que os haya gustado.

jueves, 30 de enero de 2014

La gran decisión

Esta noche he tenido un sueño buenísimo. Resulta que iba caminando por las calles de una ciudad que ahora mismo no recuerdo y, me encontraba con Lenny Kravitz. Nos poníamos a hablar y, mientras íbamos caminando, nos dirigíamos a una caseta abandonada en el campo. Entonces, sin comerlo ni beberlo, me cogía de la mano y me llevaba casi a rastras hacía dentro de la misma. Me fijé que habían cuatro o cinco gallinas por ahí sueltas. Luego, él me empotraba contra una pared y me besaba sensualmente pero con pasión. Imaginaos como me puse de cachonda. En un momento, me levantaba haciéndome cruzar las piernas alrededor suyo y, ahí, como dos animales salvajes, me follaba como ningún tio me había follado antes. La lástima es que me ha sonado el despertador y me he quedado con ganas de más. Así que, he cogido mi dildo vibrador de 25cm. Es de color rosa fucsia, muy mono. Primero masajeo un poco la zona, abriendo un poco las piernas y doblándolas. Luego paso el dildo por todo mi sexo, suavemente, una y otra vez. El recuerdo de Lenny aguantando mi peso y metiéndomela, hace que me pegue pequeñas descargas en toda la zona genital. Pongo el modo vibración y me quedo un rato presionando el clítoris. Mmm, como me gusta. ¡Uf! estoy super mojada. Me lo meto lentamente, dejando la vibración puesta. Mientras tanto, imagino que él está de cuerpo presente y voy aumentando el ritmo. Noto como mis fluidos se van diluyendo cada vez más. Mis jadeos cada vez son más rápidos, dejándome seca la boca. Cada vez voy más rápido y, al final, estallo teniendo un orgasmo que me deja exhausta. Va a tener razón Ruth con eso de que estos juguetes crean adicción.
Eso me hace pensar en algo. Más bien en alguien, o más concretamente en tres personas. Jo, esto hace que distraiga de mi dulce corrida. Tengo que decidir con quien de los tres me quedo. Porque sí, Zayan también me ha estado dando la tabarra estos días. Mientras me lo pienso, me voy a dar una ducha.
Me encanta el contacto del agua caliente en mi piel. No sé que me pasa últimamente, pero estoy más cachonda de lo habitual. Otra vez siento la necesidad de masturbarme. Esta vez pienso en los grandes momentos sexuales, vividos con Sergio. Sus manos acariciando todo mi cuerpo. Su lengua caliente abrasándome el clítoris, en el que me estoy centrando ahora. Sus dedos largos, metiéndolos dentro de mi, como estoy haciendo en este momento. Los múltiples orgasmos que me provocaba cada vez que me mordía los pezones y me masturbaba al mismo tiempo, como lo estoy haciendo ahora. ¡Ah! ya no puedo más. ¡Dios! me vuelvo a correr sin control. Bueno, voy a terminar de ducharme.
La verdad es que Sergio, me ha dado grandes momentos sexuales pero, no me voy a quedar con él. Lo nuestro es atracción sexual y no funcionaría.
Me he pasado lo que quedaba de la mañana estudiando, así que no he tenido tiempo para seguir decidiendo con quien me quedo.
Pongo la lista de reproducción de Ellie Goulding, para ponerme a cocinar. Sí, me gusta escuchar música mientras cocino. Suena Only you, haciendo que empiece a menear el culito. Esta canción me recuerda a Hector, de hecho, la letra dice algo así como que puede ser el dolor de su corazón, su enemigo y, después dice que sólo él puede ser el vacio que siente dentro cuando está con ella. Y, es que, más o menos yo me siento así con él... Gracias  Ellie por hacerme ver que tampoco debo estar con Hector.
Ahora sólo me queda Zayan que, si lo pienso bien, es un chico que conocí en una discoteca y follamos la misma noche que nos conocimos, así que si me quiere ver, seguramente sea para volver a echar un polvo. Y seguramente volveremos a hacerlo, pero le dejaré bien claro que nuestra relación se centrará, única y exclusivamente, en el sexo.
Así que, no me quedo con ninguno en lo que a relación sentimental se refiere. De momento, lo que más me apetece en este momento, es disfrutar y pasármelo bien.
Y ahora sólo queda comunicárselo a las partes interesadas.
FIN

miércoles, 29 de enero de 2014

Sábado, sabadete...

Hoy es sábado. Marta, Ruth y yo nos hemos levantado temprano para ir de compras. La verdad es que hacía mucho que no iba y lo necesito urgentemente. Hemos decidido ir al centro de Barcelona, las tiendas son mucho más grandes y hay más cantidad de todo, claro que también hay mucha más gente, pero no nos importa.
Llevamos toda la mañana de aquí para allá, entrando y saliendo de las tiendas. Cada vez llevamos más bolsas con toda la ropa y complementos que hemos comprado. Las dejamos en el coche de Ruth y nos disponemos a volver a arrasar con todo.
En las tiendas, mientras nos probamos nuevos modelitos, hablamos y cotilleamos. A Marta no le hemos contado lo que sucedió entre Ruth y yo. No le hace mucha gracia hablar de sexo, así que preferimos no decirle nada.
Ya es mediodía y tenemos hambre. Hemos decidido ir a comer a La Tramoia, en la Rambla Catalunya. Las tres pedimos tapas variadas para compartir y unas claras para beber. Mientras degustamos la comida, seguimos hablando animadamente. Entonces Marta me pregunta:
-Oye, ¿qué tal Hector? Hace días que no os veo juntos.
-Digamos que estamos pasando por una situación complicada... Oye que ricas están las tapas, ¿verdad?- Digo para distraer la atención.
-Sí, están muy ricas. Pero, ¿estais saliendo juntos o no?- Vuelve a la carga...
-Marta, calladita estás más guapa, chata.- Dice Ruth, dándole un codazo para que se calle.
-No importa Ruth. Mira, Hector y yo somos amigos, bueno, algo más que amigos, pero no somos novios.- Le digo y asiente. Entiende que es un tema del que no me gusta mucho hablar.
Cuando terminamos de comer, nos tomamos un café del Sturbucks y, mientras nos los tomamos damos una vuelta por la Plaza Cataluña y Las Ramblas.
Hartas de las tiendas, decidimos pasear un rato por las calles del Barrio Gótico. Siempre hay algún rincón que descubrir. Y así, como quién no quiere la cosa, Ruth dice:
-Podríamos quedarnos esta noche e ir a alguna discoteca o pub, ¿no?
-Ya tía, pero mira que pintas llevamos, así no nos dejan entrar en ningún sitio.- Dice Marta, la aguafiestas.
-¿Y por qué no pillamos una habitación en un hotel y pasamos aquí la noche? Nos vestimos con la ropa que nos hemos comprado, pillamos algo de maquillaje en alguna perfumería y ya está.- Las convenzo.
-Pues no es mala idea. Ale, a por el maquillaje y a reservar habitación en un hotel.- Ruth está encantada.
-Ya, ¿y qué hotel escogemos? Porque yo no tengo mucha pasta.- Otra vez la aguafiestas.
-Pues lo buscamos con la app del móvil y ya está.- Dice Ruth convencida.
Al final, después de mucho buscar, decidimos ir al Hotel Astoria. Cogemos dos habitaciones dobles, una para dos de nosotras y la otra para la que pille cacho esta noche. Compramos algo de maquillaje y nos dirijimos hacia el hotel.
Una vez allí, nos cambiamos, nos ponemos guapas y salimos. Cenamos en el Sushi Fusion de la Diagonal y luego nos vamos a tomar algo y a hacer tiempo en algún pub.
Entramos pronto en Sutton, así no pagamos entrada. Aún no hay mucha gente, pero se está bien. Nos
ponemos a bailar en la pista. Cuando empieza a llenarse, nos vamos a la barra y pedimos tres chupitos de tequila con limón y sal. Brindamos por nosotras y nos los bebemos, poniendo caras de ¡oh, me quema la garganta! Nos reimos y después nos pedimos unas Heineken.
Hay un grupo de chicos que no paran de mirarnos. Se nos acercan y se presentan. Uno de ellos se queda hablando con Ruth. Pobre, no sabe lo que hace... Marta se escabulle, no sé como, pero lo hace. Y a mí se me acerca un adonis de melenita rubia, ojos azules, nariz recta, boca prominente y facciones marcadas. Es alto, muy alto y está cachas. Lleva puesto una camisa blanca, un pantalón de vestir negro y zapatos a juego.
Llevamos un buen rato hablando, en el que me ha contado que se llama Zayan, que juega en un equipo de waterpolo, que es de Mataró y que tiene 21 años. Insiste en invitarme a un cubata y yo le dejo que lo haga.
Pasadas las cuatro de la madrugada, Ruth, Marta y yo, decimos de irnos. Zayan quiere venirse conmigo. Miro a las chicas y Ruth dice con una sonrisa socarrona:
-Anda, ya dormimos Marta y yo en la misma habitación. Aaaayyyy...
Me río y nos dirigimos al hotel, que por suerte no está muy lejos.
Zayan y yo entramos en nuestra habitación. Se me abalanza para besarme. Y me empotra contra una de las paredes. Me besa apasionadamente, sin dejar que me mueva. Noto la presión de su erección en mi vientre. Empiezo, como puedo, a desabrocharle los botones de la camisa. Luego le quito el cinturón y le bajo los pantalones. Él me saca de un sólo tirón el vestido que llevaba, quedándome en ropa interior. Me mete su mano derecha por dentro del culotte. Me separa los labios y me masajea el clítoris erecto y abultado. Comprueba que estoy completamente húmeda. Saca su mano para acabar de salirse de los pantalones y quitarse los calzoncillos y calcetines. Me pide que me deje puesto el sujetador. Se sienta a los pies de la cama y yo me siento encima suyo. Lo que en un principio eran prisas, se ha convertido en un "baile" lento. Nos volvemos a besar, esta vez saboreándonos lentamente. Nos tumbamos. Me pide que ponga mi conejito a la altura de su cara. Y yo le propongo hacer un 69. Sin más, acerco mi toto a su boca y el me ofrece su sable. Noto un lametón que hace que me arda todo. Le cojo la base de la polla y luego me dedico a jugar con mi boca haciéndole jadear. Me mete dos dedos en la vajina y continúa lamiendo mi clítoris. Gimo con su polla en mi boca. Noto como los fluidos de mi cuerpo van saliendo y le aviso que estoy a punto de correrme. Me pide que mientras me corra le haga una paja, para oirme gemir. La velocidad de sus dedos comienza a provocar los primeros espasmos. Más que gemir, grito sin control. No aguanto más y exploto, literalmente, dejándole la cara completamente mojada. Mientras se limpia como puede, me pide que siga comiéndole el nabo en la misma posición en la que estoy. Empuja su cadera contra mi boca, metiéndomela hasta la garganta. Me quedo unos segundos quieta, hasta que al final se corre. Me levanto y cojo del bolso un paquete de kleenex. Le ofrezco uno para que se limpie y yo hago lo mismo. Me quito el sujetador y me acerco a él sensualmente. Sabe que quiero más y él ya está listo para otro round. Me tumba en la cama, boca arriba. Se pone encima mío y comienza a masajear mis pechos, suavemente. Luego retuerce mis pezones, los muerde y los tortura con su lengua. Le enseño un condón, lo coge y se lo pone sin dificultad. Me la mete en una embestida rápida y se tumba encima mío. Le agarro de la espalda y las voy bajando hasta cogerle el culo. Se lo aprieto. En un momento en el que estoy arqueando la espalda, me agarra y me levanta sentándome encima suyo. Ahora me toca moverme a mí. Le beso mientras nos seguimos moviendo. Gemimos y gritamos. Luego, en un movimiento rápido, me pongo en la postura del perrito. Zayan suelta un ¡uf! y me vuelve a embestir. Me coge de la melena, fuerte pero sin hacerme daño. Esta vez me folla con fuerza y rápido. Con la mano que tiene libre, me coge una teta y me la magrea, mientras yo me toco el clítoris. Estoy a punto de correrme y Zayan me pide que le espere un poco que él también está a punto. A la segunda embestida que me pega no aguanto más y me corro sin control. Él continúa un poco más y cuando se corre se desploma encima mío. Los dos jadeamos. Los dos estamos sedientos. Los dos estamos sudados. Los dos estamos cansados. Los dos nos quedamos dormidos.

miércoles, 22 de enero de 2014

La música en Más que amigas

Valentina se siente depre por lo ocurrido con Hector y Sergio, así que le da por escuchar sus interminables listas de Spotify. Una de las canciones es Summertime Sadness de Lana del Rey, que os pongo a continuación:



Su amiga Ruth, la intenta animar, más tarde, con dos canciones muy diferentes. Una es Soy fan de ti de Sidecars y la otra es Al amanecer de los Fresones Rebeldes:



Espero que os haya gustado el relato de Más que amigas y también las canciones.
Un saludo y besos.

Más que amigas

Cada canción que escucho me deprime más. Unas me recuerdan a Hector, otras a Sergio. Ahora estoy escuchando la canción de Summertime Sadness, que me hace pensar en Sergio, por el verano que pasamos juntos y por lo triste que fue nuestra despedida. Lo pasamos tan bien juntos, que nos costó separarnos, aunque sólo somos amigos, bueno, algo más que amigos, en realidad.
Con Hector es diferente, porque lo tengo cerca y nos vemos, prácticamente, cada día. Con él tengo, más o menos, la misma afinidad que con Sergio, pero él es mucho más cariñoso, hasta el punto de ser empalagoso. Aún así, no quiero que sufra.
Durante la semana me han estado escribiendo whatsapps y haciendo llamadas, pero no les he contestado. Quieren hablar conmigo, me preguntan constantemente si estoy bien y yo, lo único que quiero es desconectar de los dos.
He llamado a Ruth, para que venga a casa, a ver si al menos me animo un poco. De hecho, tiene que estar al caer. Llaman al timbre. Es ella. ¡Qué bien! Trae consigo un par de pizzas familiares y bebidas. Siempre piensa en todo esta chica, ¡me encanta!.
Mientras preparamos la mesa, le voy contando lo sucedido con Sergio y Hector. Me escucha con atención. No me aconseja, pero me apoya en todo. Me dice que primero debo ordenar mis pensamientos y mis sentimientos, que después todo saldrá según lo que yo decida.
¡Buff! Estoy llenísima. Nos hemos zampado las dos pizzas y las Coca-Colas, voy a explotar. Ruth me pregunta:
-¿Qué música estás escuchando?-Frunce el ceño y arrunga la nariz.-¡Esto es deprimente!
-¡Oh! Es una lista que me hice en el Spotify. Si quieres puedes cambiarla.
Se levanta y se dirige hacia el portátil. Se sienta delante de él y dice:
-Veamos que es lo que tienes por aquí.-Se queda un rato mirando y, de repente: -¡SOY FAN DE TI, DE TU MANERA DE VESTIR, DE CADA GRAMO DE TU MAQUILLAJE, SOY FAN DE VERTE PRESUMIR!
No puedo evitar reírme a carcajada limpia. Su interpretación incluye a su puño por micrófono. Es muy divertido ver como interpreta la canción y cuando termina sigue con una canción de los Fresones Rebeldes. Me uno a ella en su interpretación, cantando y bailando a lo loco.
Estamos exhaustas y nos tiramos al sofá sin dejar de reir. Ay, que bien me viene esto. Ahora pone otra lista de reproducción, a la que llamé Canciones Sensuales. Me dice que ahora vamos a buscar cositas interesantes por internet. Está escribiendo en el buscador una página que se llama Factor Mujer. ¡Oh, Dios mío! Se trata de una página en la que venden todo tipo de juguetes eróticos. Estoy flipando con la cantidad de cosas que tienen. Ruth me dice que ella ya ha comprado varias cosas en esta web, que es bastante asequible y tienen cosas muy interesantes. Le pregunto qué me aconseja que me compre. Me dice que depende de lo que busque, pero que ella empezaría por un vibrador suave. Le digo que me los enseñe. La verdad es que hay una gran variedad de... cacharritos. Continuamos mirando un rato más, hasta que Ruth me dice:
-¡Joder! Estoy super cachonda tía.
Me la quedo mirando y le digo:
-¡Buff! Yo también. ¿Nos liamos?-Le digo medio en broma.
Se queda sorprendida al principio, pero después se me acerca muy poco a poco. Se queda a unos centímetros de mi cara. Noto sus dudas y, me acerco para darle un beso suave en los labios. Me corresponde y sigue besándome lentamente. Me gusta la suavidad con que lo hace. Arrastra su lengua para entrelazarla con la mía. Noto su aliento caliente y húmedo. Su lengua es suave y delicada. Me pregunto como será tener su lengua en mi clítoris. Me abraza seductoramente. Yo le toco la pierna, meto mi mano por debajo de su falda y acaricio su culo. Se sienta encima mío y se quita el jersey, luego sigue besándome, esta vez con más ganas. Paso mi mano por delante para tocar la humedad de su sexo. Está empapada. Aparto la braguita y con mi dedo pulgar acaricio suavemente su clítoris abultado y erecto. Gime. Le gusta. Me quita la camiseta y el sujetador. Mientras sigo acariciándola, se dirige hacia mis sensibles pezones, para mordisquearlos, chuparlos y estirarlos. Sigo castigándola con mi pulgar y le meto los dedos índice y corazón. Los meto y los saco lentamente. Vuelve a gemir con mi pezón en su boca. Yo también jadeo mientras lo succiona y lo estira. Hago que se tumbe en el sofá y le quito las braguitas. Acerco mi boca a su sexo y con la punta de la lengua toco sus labios recorriéndolos despacio. Lamo todo su sexo, con mi lengua plana, una, dos, tres veces. Meto mi lengua en su vagina, saboreando sus jugos. Me grita que no pare. Y sigue gimiendo. Ahora me concentro en su clítoris y le meto tres dedos en la vagina. Está a punto de correrse, así que aumento la intensidad. Arquea la espalda y pronto noto las sacudidas que le provocan los espasmos del orgasmo. Me dice que ha sido brutal, que con ningun tío ha tenido un orgasmo así. Me mira y me dice:
-Tengo algo que te va a gustar. Así que ahora te toca a tí.
Coge el bolso y me dice que me quite el resto de la ropa. Saca un huevo de color rosa, con un cordoncito en el lado más ancho. Es de unos ocho centímetros de largo y unos tres de diámetro. Coge un mando a distancia y me pide que me tumbe. Le pregunto para qué sirve y me dice muy picarona:
-Ahora lo verás.
Me tumbo y me abre un poco las piernas. Comprueba mi humedad haciéndome jadear. Separa con cuidado
mis labios y me introduce el huevo en la vagina. Me pregunta si me hace daño o si noto molestias. Le respondo que no, que lo único que noto es esa cosa. Sonríe con picardía y comienza a comerme el coño. Mmm, me gusta. Tiene la lengua tan suave... ¡Madre mía! noto una vibración dentro de mí que va aumentando poco a poco. ¡Díos! ¡Me encanta! ¡Oh, sigue! Cada vez la vibración es más fuerte y la lengua de Ruth va más rápido. ¡Ay, que me corro! ¡ME COOOOORROOOOO! Me corrí.
Miro a mi amiga con los ojos como platos y ella ríe como una niña pequeña.
-Te ha gustado, ¿eh, pequeña?
Le digo que sí con la cabeza, sonriendo y con los ojos como platos.

martes, 21 de enero de 2014

Delorentos

Delorentos es una banda irlandesa de rock alternativo, de la ciudad de Dublín y formada en 2005.
A Valentina, una dulce chica de 18 años, le gusta esta banda. Por eso, después de la fiesta que le hace su familia en su casa, se encierra en su habitación y, mientras decide si enviarle un mensaje o no a Sergio, escucha a este grupo.




Espero que os guste a vosotr@s también.
Un saludo.

Kings of Leon y Lenny Kravitz

En el relato de Celos y sexo, menciono que Sandra y Marta se ponen a bailar como locas con la canción de Sex on Fire de los Kings of Leon. Pues bien, aquí os dejo la canción en cuestión. Por cierto, es una de mis canciones favoritas también.


 


También os hablo de Lenny Kravitz, cuando Sandra, Marta y Nathan llegan a la casa de la protagonista, cuando ella se dedica a ambientar su habitación. Aquí os dejo una canción de él.




Espero que os gusten ambas canciones ;)

lunes, 20 de enero de 2014

Sentimientos contradictorios

Desde que el padre de Hector nos pilló en... su habitación, cada vez que queremos echar un polvo, viene a mi piso. Últimamente viene bastante a menudo y, ha dejado un cepillo de dientes en mi baño. Eso me mosquea bastante, porque yo necesito mi espacio. Además, sólo somos amigos, bueno, con derechos, pero amigos al fin y al cabo. Esta tarde hablaré con él.
Le he enviado un mensaje y, me ha contestado al momento diciéndome que aquí estará y que tiene una sorpresa para mí. A saber, seguro que me ha comprado alguna tontería. Jo, no quiero que se encariñe tanto conmigo, me cae muy bien y eso estropearía nuestra amistad.
Que raro, son las cuatro y media y todavía no ha venido. Como tarde mucho, me quedaré frita viendo esta peli tan mala de la tele.
Llaman al timbre. Es él. Dejo la puerta entornada para que entre directamente. Me siento en el sofá de nuevo con mi manta. Acaba de entrar y, ¡oh, sorpresa! viene acompañado de alguien a quien no esperaba ver en unas cuantas semanas.
-¡Hola cariño! Mira, este es mi hermano Sergio.
Los miro boquiabierta y les digo:
-¿Él es la sorpresa que me querías dar?- Sergio está tan sorprendido como yo.
-Sí, tenía ganas de que le conocieras. Ha venido unos días para visitar a la familia y a unas amistades que tiene por aquí.- Me dice con una sonrisa que pronto se le borra de la cara y dice: -¿Vosotros ya os conocíais?
Y antes de que pueda responder, Sergio dice:
-Pues la verdad es que sí. Nos conocimos en una fiesta a la que me llevó mi amiga Isabel, que resulta que es su prima.
-Ah... - Hector se queda pensativo.- Sergio, no será ella la chica con la que estuviste este verano, ¿verdad?- Y nos mira con recelo a los dos. Me quedo callada y miro hacia otro lado.
-Sí, es ella.- Dice Sergio muy serio. En ese momento me quiero morir y quisiera que se fueran de mi piso, pero sigo sin decir nada.
-Ya, y has vuelto para volver a follártela, ¿no?- Hector está celoso, aunque no tiene derecho a estarlo. No puedo más con la situación así que le digo:
-Hector, déjalo ya. Tú y yo sólo somos amigos. Vale, sí, nos hemos liado varias veces, pero entre tú y yo, no hay nada más. Así que no tienes ningún derecho a recriminarle a tu hermano nada. Además, si ha venido aquí, es para visitaros a vosotros y para ver a unos amigos. Y yo, soy amiga suya. Y ahora, si no os importa, marchaos de mi piso. Sergio, ya te llamaré más tarde para quedar y tomar un café, ¿vale? Me alegro de volver a verte.
-Yo también me alegro, Valentina.- Me dice Sergio, con una nota de pena y cariño en su voz.
-Valentina... yo...- Noto en la mirada de Hector que está arrepentido y, parece que va a llorar.
-Ya hablaremos Hector, pero ahora necesito espacio, por favor.- Le digo con suavidad.
La verdad es que me sabe mal haber sido tan brusca, pero creo que ha sido lo mejor que podía hacer. Sin embargo, me he quedado con ganas de hablar más con Sergio. Le he echado muchísimo de menos y, al verle, he sentido una alegría inmensa.
Acabo de recibir un whatsapp de Sergio. Me dice que siente mucho lo que ha pasado esta tarde en mi casa, que tiene ganas de volver a verme, pegarme un achuchón y hablar conmigo. Le digo que mañana tengo el día libre y que no tengo nada que hacer, que si quiere, podemos quedar para tomar algo en el bar de la plaza de mi barrio. Acepta y me pone una carita sonriente con un guiño. Sonrío como una tonta.
Hoy casi no he podido ni comer de los nervios que tengo encima. Es curioso que todavía consiga crear ese estado en mí, después de tantos meses sin vernos. Me estoy arreglando, pero no consigo verme bien con nada de lo que tengo en el armario, hasta mi pelo está de un rebelde... ¡y eso que lo tengo liso! Al final, me pongo los vaqueros desgastados y rotos, con unas medias debajo, sinó me congelaré en la calle. He cogido mi jersey de lana y cuello cisne. Me recojo el pelo en una coleta y me maquillo un poquito, nada, un poco de rímel en las pestañas, colorete en abundancia, brillo de labios y arreando que es gerundio.
Sergio mira su reloj. ¿Tan tarde es? Parece que está nervioso. Entro, le saludo y le planto dos besos bien marcados en la cara. Me sonríe, me coge de la mano y me dice:
- Ven conmigo.
Salimos del bar sin pedir nada, aunque él ya se había tomado un café. Me pasa un casco y nos vamos de allí en su moto. Llegamos a un hotel pequeñito pero coqueto. Todavía no entiendo porqué me ha traído aquí. No sé si es porque no quiere que su hermano sepa que hemos quedado o qué. Me coge de la mano y entramos dentro. Pide una habitación. Nos dan la llave después de rellenar unos datos y subimos a la primera planta. Entramos en la habitación. No es muy grande, pero tiene un baño y una cama grande, muy grande. Dejo mi bolso encima de la mesa escritorio y me quito la chaqueta. Antes de que pueda preguntarle a Sergio que qué es lo que hacemos aquí, me da un beso, largo y lento y se me olvida lo que quería preguntarle.
-Te he echado mucho de menos, Valentina.- Me dice mientras me quita el jersey.
-Y yo a tí, Sergio.
Nos desnudamos el uno al otro, sin prisa pero sin pausa y nos besamos. Es extraño, pero necesitaba su piel en la mía, que sus manos recorrieran todo mi cuerpo y su lengua me abrasara por todas partes. Nos quedamos desnudos, de pie, mirándonos a los ojos. Con su mano derecha, roza la piel de mi pecho, tocando el pezón erecto. Se acerca para tocarlo con su lengua. Cierro los ojos. Lo lame con lentitud, provocando pequeñas descargas en mi sexo. Succiona con suavidad, mientras que con su mano juega con el otro pezón. Gimo y empiezo a mover mi cadera, buscando su polla que está dura como un palo. Me tumba en la cama y me abre las piernas. Me toca el clítoris, abultado y necesitado de caricias. Con la otra mano me mete dos dedos y los mete y saca lentamente. Me observa mientras me pellizco los pezones y gimo de placer. Nota que estoy a punto de llegar al orgasmo y se pone un condón. Me la mete hasta el fondo y me empieza a follar. No tardamos mucho en corrernos. Le digo que necesitaba un polvo como el de hoy. Sergio me sonríe y me dice que él también lo necesitaba. Pero me quedo sería y pensativa. Él se da cuenta y me dice:
-Piensas en Hector, ¿verdad?
-Sí.- Le respondo y me pongo a llorar.


jueves, 16 de enero de 2014

Nuevas amistades

Este verano ha sido increíble. Sergio ha sido para mí un gran amigo y un gran amante. Me ha enseñado cosas que nadie habría hecho, tanto sexualmente, como en otros aspectos. Me ha llevado a sitios, he escuchado a grandes artistas de la música, he visto películas y he hecho un sin fin de cosas que nunca había hecho y no conocía. Él ha abierto una ventana al mundo, al que tanto anhelaba conocer. Y en lo referente al sexo… ¡Madre mía! No imaginaba que hubiera tantas posturas y maneras de satisfacer a una persona. Pero, al menos ahora, me siento más segura.
Hoy es mi primer día en la universidad. Por una parte estoy contenta por empezar algo nuevo pero, por otra, me da pena saber que no voy a poder volver a ver a Sergio durante bastante tiempo. Aunque, mantengamos el contacto, no será lo mismo.
Ya han acabado las clases de hoy. He conocido a un grupo muy majo. En realidad somos cinco pero, me lo he pasado muy bien con ellos. Con quién más he conectado es con Ruth pero Asier, Luis y Marta son muy buena gente también. Me han dicho que este fin de semana va a haber una fiesta en casa de… ¿cómo me han dicho que se llamaba? ays, no me acuerdo, da igual, el caso es que ellos van a ir y yo no quiero perdérmela tampoco.
Ruth está esperando a que termine de arreglarme. Me he puesto un pantalón tejano roto, una camiseta ajustada negra y otra más holgada transparente con un estampado que pone Rock’n’Roll y mis Converse a cuadros. Me he dejado la melena suelta, por cierto, tengo que cortarla ya, que parece un estropajo. Ruth me está metiendo prisa, aunque ya estoy a punto de terminar, sólo queda maquillarme los labios y ya está. Al verme, me pide que la maquille un poco y me pide prestado mi gorrito borsalino. La verdad es que Ruth, va muy sencilla con su vestido de tirantes largo en color marrón y las bailarinas, así que el sombrero le dará un toque guay a su look. Ya estamos listas para ir a la fiesta, cogemos nuestras chaquetas y nos vamos.
¡Vaya! Esta casa es genial, es enorme. El dueño debe estar forrado. Parece que somos de las primeras en llegar, aunque acabo de ver a Asier y a Luis. Nos acercamos a saludarlos y nos ofrecen unas cervezas. He
perdido la cuenta de la gente que me han presentado. Lo estamos pasando genial. Bebida, música, mucha gente y… ¡Una piscina enorme! Dios, tengo tanto calor que necesito darme un baño. Me tiro sin pensármelo dos veces, con la ropa y todo. Detrás de mi se tiran como unas veinte personas más. Reímos y bailamos dentro del agua. Al final, tanta gente me acaba agobiando y salgo en busca de una toalla en la caseta que hay en el jardín. Dentro, me paso un rato buscando algo con que taparme y estoy tan absorta en mi búsqueda, que no oigo que alguien ha entrado. Me tocan en el hombro y me giro asustada.
-Perdona, no quería asustarte ¿estás bien?
-Sí, sí, tranquilo, no pasa nada, es que estaba buscando una toalla, pero no veo ninguna por aquí.
-Eso es porque las toallas están en el armario que hay al fondo. Por cierto, me llamo Hector.
-Yo soy Valentina.- Nos damos dos besos.- ¿Cómo sabes donde están las toallas?¿Has estado aquí de fiesta más veces?- Se ríe.
-Bueno, sé donde están, porque vivo en esta casa.- ¡Ups!
Hector me ofrece un albornoz y continuamos hablando un rato. Es muy simpático y muy educado. Me siento muy agusto hablando con él. Tiene dos años más que yo. Está estudiando ingeniería aeronáutica. Tiene dos hermanos más mayores que él. Y, mientras me va explicando más cosas, yo le observo y le escucho. Tiene una voz muy sensual, a juego con sus labios carnosos. Su mirada es como la de un niño travieso, con grandes ojos color chocolate. Su piel es de un color dorado muy bonito. El pelo lo tiene corto, despeinado y mojado. Todo él está mojado. Y yo me muerdo el labio.
-Te vas a hacer sangre.- Me dice.
-¿Cómo dices?
-Que si sigues mordiéndote el labio tan fuerte, acabarás haciéndote sangre.- Me pongo colorada. Me mira serio y muy fijamente. Tensión.
-¡Ah, eso! Es una costumbre que tengo desde hace tiempo. Lo hago inconscientemente.- Le digo quitándole hierro al asunto.
-Pues es un gesto muy sexy, me gusta.- Y se acerca para darme un beso. Me aparto y como quien no quiere la cosa le digo que me tengo que ir.- Espera, dame tú número, me gustaría volver a verte.- Le sonrío.
-Si quieres mi número, tendrás que averiguarlo tú solito. No te lo voy a poner tan fácil.- Le guiño un ojo y asiente con la cabeza sonriendo.
Busco a Ruth y al resto, para irnos, aunque sólo la encuentro a ella, durmiendo en un sillón del salón. La despierto y la arrastro hasta el coche. Me toca conducir, por suerte, sólo me he bebido un par de cervezas. Ruth parece que se haya tragado todo el alcohol de la casa. Llegamos a mi piso y lo primero que hace es ir al baño. La acompaño, le quito el sombrero, le recojo el pelo y dejo que eche el hígado por la boca.
Al día siguiente, ella tiene resaca y la dejo que duerma todo el día. Mientras, yo me dedico a limpiar un poco y a hacer trabajos de la uni. Alguien me llama al móvil. No conozco el número, aún así descuelgo. Esta voz me suena de algo. ¡Madre mía! es Hector. ¿Cómo ha descubierto tan pronto mi número? Me dice que quiere quedar conmigo hoy. Le digo que no puedo, que tengo que empezar los trabajos que me han puesto en la universidad, que quizás otro día. Me ha dicho que no, que quiere verme hoy. Me muerdo el labio y no contesto.
-Te veré esta noche. ¿Dónde vives? Espera, no me lo digas, ya lo descubriré. Te pasaré a buscar a las ocho.- Me dice. Sonrío.
-Está bien, a las ocho.- Y colgamos sin despedirnos.
¡Qué puntual! Sus dotes detectivescas me sorprenden, ¿será igual en todo?. Nos damos dos besos, me acompaña hasta el coche y me abre la puerta. Desde luego es todo un caballero. Me lleva de nuevo a su casa. Dice que estaremos completamente solos. Me ofrece una cerveza y la acepto encantada, tengo tanta sed… Salimos al jardín y me lleva a la caseta donde nos conocimos. Le miro sabiendo porqué me ha traído aquí. Me devuelve la mirada y me coge de las manos. Se acerca un poco más. Estamos a dos milímetros,
nariz con nariz. Me coge del cuello y me besa. Es un beso dulce pero sensual. Mientras entrelazamos nuestras lenguas, me quita la chaqueta y se quita la suya también. Me abraza y me aprieta contra él. Noto su erección en mi abdomen. Le quito la camiseta y le desabrocho los pantalones. Nuestro beso se vuelve cada vez más pasional. Mi cuerpo ansía el contacto de su piel. Me quita el vestido a una velocidad pasmosa. Estamos en ropa interior y nos quedamos un momento observándonos, con la respiración entrecortada. Entonces, muy lentamente, rozo su piel con un dedo. Cierra los ojos y me acerco a él para besarle el cuello, el pecho, el abdomen y me arrodillo para bajarle los calzoncillos. Ahí está, tensa y necesitada de sexo. Me muerdo el labio y miro su cara. Con su dedo pulgar hace que deje de morderme el labio. Y sin dejar de mirarle a los ojos, empiezo a lamerle la punta de la polla. Emite un pequeño jadeo. Comienzo a chupársela, lentamente. Le gusta. Cada vez aumento más el ritmo, llevándola casi hasta la garganta. Gime cada vez más rápido. Está a punto de correrse, lo noto. Le agarro del culo con fuerza y voy tan rápido que se corre dentro de mi boca. Me trago su semen y se queda sorprendido de que lo haga. Me levanto y me lleva hasta la pared donde está el armario de las toallas. Me besa el cuello y me acaricia el pecho. Los saca por fuera del sujetador y me pellizca los pezones que están totalmente erectos. Me los muerde, succiona y lame. Muero de placer, pero quiero más. Me baja el tanga muy lentamente, tanto que me desespera. Se queda mirando un rato mi conejito bien depilado. Mi clítoris se abulta aún más con su aliento abrasador. Acopla su boca a mi sexo, y da rienda suelta a su lengua, haciéndome gemir muy fuerte. Me introduce un dedo, luego dos y luego tres. Es increíble lo bien que lo hace. Me corro dejándole la cara completamente empapada. Me mira y se ríe. Me río y le paso una toalla para que se limpie. Pero todavía no hemos terminado. Recogemos nuestra ropa y, desnudos, me lleva a su habitación. Vuelve a estar empalmado y eso me pone a cien. Después de las nuevas caricias, besos y abrazos, saca un condón de la mesita de noche. Le digo que se lo pongo yo. Se tumba en la cama y, tal como me enseñó Sergio, le pongo el condón a Hector. Me siento encima de él y pongo mis manos encima de su pecho, apretando mis tetas. Suelta un suspiro y me empiezo a mover, como si de un caballo se tratara, empiezo poco a poco, luego al trote y después al galope, arqueando mi espalda hacia atrás, sin parar de gemir. Entonces, alguien abre la puerta y Hector dice:
-Papá, ¿qué haces aquí?¿No ibas a venir mañana?

Dulce Valentina

Hola, me llamo Valentina y acabo de salir de un internado de monjas. Tengo 18 años y desde que tengo uso de razón he estado allí, sólo con chicas. Únicamente visitaba a mis padres por Navidad y en verano. Nunca he estado con un chico, por lo tanto, nunca me han besado y soy más virgen que la Virgen María. Así que, aquí me veis, en una fiesta que me han hecho mi familia, por haber sido una buena niña y haber sacado buenas notas. Estoy siendo sarcástica. Bueno, como ya he terminado el bachillerato y ahora voy a empezar en la universidad, creo que va siendo hora de desmelenarse un poco. Así que este año voy a hacer lo que me venga en gana. De momento, voy a seguir con esta farsa de fiesta y después, ya veremos.
Anda, ha venido mi tía Sandra. ¡Qué bien! Ahora podré preguntarle cosas sobre sexo. ¡Oh! ¡Pero si tiene novio! ¡Y está muy bueno! A ver, Valentina, céntrate, tienes que hablar con tu tía Sandra, urgentemente.
Jo, vaya hartón de reir se ha pegado mi tía, pero la charla que hemos tenido ha sido muy instructiva, aunque tiene que enseñarme más cosas, porque con lo que me ha explicado, pronto se me quedará corto. Pero claro, primero tendré que experimentar con alguien, sinó como voy a pasar a la siguiente fase. Y esta fiesta es muy aburrida, son todos más mayores que yo y encima no me han dejado invitar a ninguna amiga. Vaya muermos…
¿Pero qué ven mis ojos? Madre mía, el tío que está con mi prima Isabel está tremendo, aunque se le ve ya mayor. Debe tener unos 30 años. Uy, que se acerca mi prima.
-¡Hola Valentina! Cuanto tiempo sin verte. Te he echado mucho de menos, pequeñina.- Y me pega un achuchón.
-No me llames así Isa. Yo también te he echado de menos. Tenía ganas de salir de esa “cárcel”.- Le devuelvo el achuchón.
-¡Venga ya! Si no es para tanto.- Me dice riendo.
-¡Anda que no! ¡Si ni siquiera podíamos ver a ningún chico! Y hablando de chicos, ¿quién es ese que te acompaña?- Le digo señalando a su acompañante.
-Te gusta, ¿eh?- Me dice, mientras me pongo como un tomate- Se llama Sergio, es un amigo. Le pedí el favor de hacerse pasar por mi novio, para que los plastas de nuestros padres no me den la brasa con lo de “a ver cuando te echas novio”- Dice con voz aguda imitando a mi madre. No lo puedo evitar y estallo en carcajadas.- Creo que Sandra ha pensado lo mismo que yo.
-¿No lo sabes? Es su novio de verdad, llevan un año juntos. Además no hay más que ver lo enamorados que están.- Y les miro indignada por la envidia que me corroe.
-Entonces ha sentado la cabeza. Vaya hombre, yo que pensaba que seríamos las chicas de oro…- Dice pensativa.
La dejo con sus pensamientos y me escaqueo con una excusa. La verdad es que estoy cansada ya de este paripé. Mmm, que bien se está en el jardín, ahora podré fumar sin que me pillen.
-Hola, ¿me das un cigarro?- Me dice una voz masculina, que no se parece a ninguna de mi familia. Me giro y es él. Me quedo petrificada. Le doy un cigarro.- Tranquila, no se lo diré a nadie.- Y me sonríe. ¡Ay, que me muero! Me muerdo el labio.
-Eres el amigo de mi prima Isa, ¿no?- Le pego una calada a mi cigarro.
-Sí, veo que te lo ha contado.- Ríe.- Tu prima es mi mejor amiga y por eso estoy aquí, porque si tu familia supiera quien es su pareja en realidad…- Me mira fijamente y me dice- Creo que tú sospechas algo, ¿verdad?
-No lo sospecho, me lo contó en una carta. ¿Sabes? A parte de ser mi prima, también es mi mejor amiga, aunque sea más mayor que yo.- Me mira sorprendido y vuelve a reir.
-Sin embargo, le has pedido consejo sobre sexo a tu tía.- Pero, ¿cómo lo sabe? Ay madre, me he vuelto a poner roja. ¡Qué vergüenza!- Tranquila, sólo bromeaba, pero puedes contar conmigo si deseas poner en práctica sus consejos.- Espera un momento, ¿he oído bien? -Lo siento, tengo que marcharme ya. Ha sido un placer conocerte y hablar contigo.- Me sonríe, me mira pícaramente y me da una tarjeta con su número de móvil.- Cuando quieras, me llamas.- Se va. Se ha ido. Y yo me quedo mirando su tarjeta.
Ya se ha ido todo el mundo. Estoy en mi habitación, tumbada en la cama, escuchando a Delorentos. En una mano tengo mi movil y, en la otra, su tarjeta. Estoy indecisa. No sé si debería enviarle un mensaje. Va a pensar que me mola, aunque ya lo sabe, claro, sinó no me hubiese dado la tarjeta. Pero, ¿eso significa que le gusto? No sé, es bastante más mayor que yo, aunque tampoco me ha dicho su edad, pero… A la mierda, le voy a enviar un whatsapp. Ya está, hecho. ¡Oh, Dios!¡Me está llamando!
Estoy en una nube. Hemos quedado mañana. Tengo que preparar la ropa que me voy a poner. A ver, vamos a ir a una cafetería, por la tarde… Debería ponerme unos tejanos y una camiseta. No, demasiado normal. ¿Y este vestidito ajustado? No, voy a parecer un putón. Ya está, falda larga negra, con la camisa azul clarito ajustada y botas. Me dejaré el pelo suelto, no, mejor me hago una trenza deshecha y me maquillaré un poco. Sí, creo que ese será el look.
Estoy en la cafetería, esperándole. He llegado media hora antes y ya voy por mi segundo capuccino. Estoy muy nerviosa. Bueno, leeré un poco mientras le sigo esperando. Alguien me tapa los ojos con sus manos. Es él. Me da dos besos y se sienta a mi lado. Está muy guapo. Lleva puesto una camiseta de los Rolling Stones, unos tejanos y una cazadora de piel negra. Parece cara. También lleva unas Munich. Ha pedido lo mismo que yo y me pregunta si quiero algo más. Le digo que no, educadamente y sigo fijándome en él. Lleva el pelo rapado, haciendo que resalte más su mirada de ojos felinos. Su nariz es perfecta y sus labios… ay, sus labios. Tiene las orejas como Will Smith, pero me gustan, son graciosas. Me pregunta en qué pienso. No sé qué decirle. Pienso en ti, pero en vez de eso le cuento una tontería. Me escucha con atención. Poco a poco me voy relajando.
Llevamos dos horas en la cafetería y empiezo a impacientarme. Él me lo nota y me pregunta si quiero que nos vayamos. Le digo que sí. Pagamos y salimos. Me dice que voy muy guapa. Me come con la mirada y yo me muerdo el labio. Me pregunta si me importa que vayamos a su casa. Le digo que no hay problema. Me pasa un casco y nos montamos en su moto. Me agarro a él muy fuerte. En un periquete llegamos y me quedo de piedra al ver su casa. Es enorme, toda de piedra, tiene un toque rústico que mola mucho. Entramos y pasamos al salón. Me gusta el estilo que tiene. Muy minimalista. Me pregunta si quiero beber algo y le digo que no, pero que tengo que ir al baño. Me indica donde está. No me entretengo mucho y vuelvo al salón. Nos sentamos en el sofá. Vuelvo a estar nerviosa y no puedo evitar parar de hablar. Me toca el pelo y me aparta unos mechones sueltos. Me los pone detrás de la oreja. Se acerca un poco más. ¿Desde cuando está sonando la música? Me acaricia la cara. Me gusta lo que suena pero no quién es. Me besa. ¡Oh, Dios mío!¡Me está besando!¡Mi primer beso!¡Qué bien lo hace! Me acaricia la espalda. Me quita la camisa y me mira impresionado. Normal, con las pedazo de tetas que tengo… Le quito la camiseta. Mmm, me gusta lo que veo. No es carne de gimnasio, pero está fibrado. Le acaricio el pecho cubierto de vello. Y me pongo encima suyo, sentada en sus piernas. Seguimos besándonos lentamente, mientras me acaricia la espalda y me quita el sujetador. Baja por mi cuello, regándolo de besos. Sigue descendiendo hasta llegar a mis pezones. Los chupa y los besa. Me tumba en el sofá y me quita las botas, la falda, las medias y las braguitas. Me toca ahí, suavemente. Me estremezco. Él termina de desnudarse también. ¡Madre mía! ¿Todo eso tiene que entrar dentro de mí? Se ha dado cuenta de mi estupor. Me dice que no pasa nada, que vamos a ir muy despacito y que no va a hacerme nada que yo no quiera. Le digo que quiero que siga besándome. Lo hace. Me besa cada parte de mí. Sigue acariciándome. Ya no estoy nada nerviosa y me dejo llevar. Se pone un condón y me la mete muy despacio. Me duele un poco pero me gusta. Le rodeo con mis piernas y lentamente me hace el amor. Ya no me duele nada en absoluto y empiezo a pedir más con la cadera. En ningún momento deja de besarme, ni siquiera cuando terminamos. Se tumba a mi lado y me abraza. Me pregunta cómo estoy. Mi contestación es una sonrisa de oreja a oreja. Me dice que así debería ser la primera vez para todas las chicas. La verdad es que me siento una privilegiada. ¡Ups! Necesito volver al baño con urgencia. Me levanto y veo que he manchado de sangre el sofá. Le pido perdón y, con una sonrisa me dice que no pasa nada, que es una mancha que le halaga. Me sonrojo. Se levanta y me coge de la cara con las dos manos. Me abraza y me acompaña al baño. Nos duchamos juntos, nos vestimos y me lleva a casa.
Estoy totalmente alucinada. Ahora quiero más. Quiero probar más cosas. Me suena el móvil. Es un mensaje de él. Dice:
"Me ha gustado mucho hacerlo contigo. Espero que haya una próxima vez. Un beso"

Momento SPA

Mmm, que bien sienta que te hagan un masaje en el cuerpo. He tenido unas semanas bastante ajetreadas en el trabajo y, la verdad, necesitaba relajar mi mente. Hacía tiempo que no venía al SPA. He venido sola, pero en el Aire de Barcelona me conocen muy bien. De hecho, tengo confianza con Gabi, mi masajista. Hemos hablado mucho y sabe todas mis aventuras. Al igual que Marta, se ha convertido en mi mejor amiga.
Después del masaje, Gabi me aconseja que me meta en el baño del tepidarium, que es la piscina de agua templada. Me dice que ahora no hay nadie y podré estar muy tranquila y relajada. Es un encanto esta chica.
Aunque estoy con los ojos cerrados, oigo como entra alguien en la piscina. Con lo bien que estaba yo. No importa, haré como si no hubiera nadie y seguiré a lo mío. Se respira tanta paz y tranquilidad…
Oh, vaya, ahora parece que se ha puesto a mi lado, como si no hubiera piscina para los dos… Me está rodeando la cintura con su brazo. Abro los ojos. Es Nathan. ¿Qué hace aquí?¿Cómo sabía que estaba aquí? No puedo evitarlo y le sonrío. Me responde con otra sonrisa y me besa en los labios. Esto sí que no me lo esperaba.
-Sabía que estabas aquí, porque Gabi me avisó que vendrías y, tenía muchas ganas de verte. Esta tarde estaremos completamente solos.
Y me vuelve a besar, lento y muy sensual. Este chico sabe ponerme a cien en un segundo. Me abraza mientras sigue besándome y me pega a la pared. Noto su erección a través de su bañador. Sí, él también se pone a cien conmigo. Me tiene aprisionada pero consigo darme la vuelta para ponerlo a él contra la pared y me quito la parte de abajo del bikini. Me sumerjo y le quito el bañador a él también. Vuelvo a salir a la superficie y con mis piernas me agarro a él, introduciendo su pene en mi vagina. Lentamente, nos movemos con un vaivén de caderas mientras nos besamos. Estamos muy pegados el uno al otro, completamente conectados, compenetrados. Somos uno. Nunca lo había hecho así, no sabía lo mucho que me gusta esta forma de sexo. Nathan no deja de acariciar mi espalda mientras seguimos nuestro baile lento y sensual. Al cabo de un rato me lleva a las escaleras de la piscina, que están al lado nuestro y me tumba en ellas. No son muy cómodas, pero las sensaciones que estoy teniendo con Nathan son tan placenteras que no me importa. Gimo en un susurro para su oído. Él continua follándome lentamente y me mira a los ojos. Arqueo mi espalda, notando que me llega el orgasmo, aunque no quiero que me llegue todavía, quiero continuar así durante más tiempo, me gusta demasiado como para dejarlo ahora. Pero es inevitable contenerlo y estallo con una serie de espasmos. Él también se corre y se tumba encima mío en un abrazo con su cabeza encima de mi hombro. Cierro los ojos mientras intento calmar mi respiración. Y, en un descuido, me susurra al oído:
-Te quiero.
-Yo también te quiero, Nathan.
                                                               FIN

En la oficina

El viaje a Madrid, ha sido… muy interesante, pero Elías está cabreado, por no poder venir conmigo y, además, sabe que lo hice expresamente. Me llama para que vaya a su despacho. La verdad es que tengo mucho trabajo que hacer, pero es el jefe y cuando el jefe te llama, tienes que acudir.
Pico a la puerta y la abro un poco. Me hace una señal para que entre, está hablando por teléfono con algún pez gordo. Me siento y espero a que termine. Cuelga y le da a un botoncito del teléfono para decirle a Silvia, su secretaria, que no le pase más llamadas, ni visitas, no quiere siquiera que entre ella. Se levanta serio y cierra la puerta con llave. Me quedo bastante sorprendida, pero sé lo que significa eso.
Me pregunta cómo me ha ido el viaje. Le contesto que ha ido muy bien, que me ha encantado la ciudad, que el hotel no podía ser mejor y que la gente de allí me ha parecido encantadora. Asiente con la cabeza y me mira con desconfianza.
-¿Te has acostado con alguien?
Le miro fijamente, frunciendo el ceño. ¿Está celoso? No tiene ningún derecho a preguntarme eso, aún así le miento y le digo que no. Vuelve a asentir con la cabeza y sigue con la mirada de desconfianza. Me dice que no me cree, que seguro que cada noche me llevaba a alguien para que me follara duro. Ahora lo entiendo, eso era lo que él pretendía que ocurriera en el caso de haber ido los dos juntos. Quiere que sea su amante. Me quedo mirándole pensativa y le digo:
- Elías, sé qué quiere de mí. Lo único que le puedo dar es una ración de sexo ahora, en este momento y, una vez que terminemos, escribiré mi carta de dimisión. No puedo ser su amante, así que me marcharé de la empresa sin hacer ruido. Pero si rechaza esta propuesta, me quedaré, usted me dejará en paz y continuaré con mis quehaceres.
Me mira pensativo. Sabe que si me quedo, se queda sin follar y, si lo hacemos, se queda sin su mejor analista. Después de un largo rato, me dice que él tiene una propuesta mejor. Follar una última vez y quedarme en la empresa. Me dice que será duro verme y no poder tenerme, pero que sabrá contenerse. Le miro y abro mis piernas a lo “Instinto Básico”. Me mira en la entrapierna y comprueba que no llevo nada debajo. Se levanta y se me acerca, para agarrarme y sentarme en la mesa. Me toca y comprueba que estoy húmeda. Se desabrocha el cinturon y se baja los pantalones. Él tampoco lleva nada debajo, únicamente una erección muy prominente. Me la mete despacio, como si no quisiera que se termine nunca ese momento. Me da la sensación que me está haciendo el amor, así que le agarro del culo con brusquedad, indicándole que lo que quiero es que me folle duro. Empieza a acelerar. Esto me gusta más. Me tumbo sobre la mesa y veo una lucecita encendida en el teléfono. Su secretaria nos está escuchando. A mí no me importa, el que tendrá graves problemas con su mujer es él, no yo. Es más, saber que está escuchándolo todo, me excita mucho y gimo más fuerte. A lo que Elías responde con embestidas más fuertes. Estoy a punto de correrme y él continúa dándome duro. ¡Oh, sí!¡Sigue así!¡No pares! Y en ese momento, se escucha un carraspeo que suena desde el teléfono. Elías no puede parar aunque se le desencaja la mandíbula al saber que su secretaria lo ha oído todo. Nos corremos, nos limpiamos, nos colocamos bien la ropa. Me despido y salgo de su despacho. Silvia me mira con los ojos como platos y yo paso por delante suyo sonriendo.
Me dirijo al baño, para poder asearme mejor. Alguien ha entrado detrás de mí. Es ella, comprobando que no haya nadie más en el baño. Me mira y me dice que me he convertido en su heroína.

De vacaciones por Madrid

Mi jefe me regaló por mi cumpleaños, una semana en Madrid en el Hotel Adler. Pensaba que iríamos los dos juntos, pero escogí unas fechas en las que él no podía venir. Por lo menos así, podré visitar la ciudad tranquilamente y, podré ver a ciertas amistades que conocí en twitter.
Por fin he llegado a la ciudad. El chofer que me ha recogido en el aeropuerto, es un señor muy atento y simpático. Me está paseando por la ciudad y me recomienda sitios para visitar. Acabamos de llegar al hotel, me despido del chófer y entro. Por fin en la habitación, le dejo una buena propina al botones para que se vaya y pueda quedarme sola disfrutando del lujo de este magnifico hotel. Le doy las gracias a Elías, aunque él no pueda oirme y sonrío con picardía. Saco las cosas de las maletas y las guardo en el armario. Me doy una ducha y me dispongo a arreglarme para conocer esta magnífica ciudad.
Llevo dos días y estoy realmente maravillada con los rincones que he descubierto. El Templo de Debod, me produjo una sensación de tranquilidad y paz impresionantes. La Gran Vía, con su bullicio y sus teatros. La calle Preciados y sus tiendas. La Plaza del Sol, la calle Arenal… En fin, el centro de Madrid no tiene nada que envidiar al de Barcelona.
He quedado con un amigo en un bar de la Plaza Mayor. He llegado media hora antes, así que mientras le espero, pido una clarita con la que me traen una tapa. Ya está aquí. Me levanto, nos presentamos con nuestros verdaderos nombres, nos damos dos besos y nos sentamos para cenar y conocernos un poco mejor. Alberto, que así se llama, parece un poco nervioso, pero a la que pedimos un par de cervezas, se le pasa por completo y comenzamos a bromear. Terminamos de cenar, pagamos la cuenta y nos vamos a tomar algo en un pub. Mientras nos tomamos unos gin tonics, nos vamos acercando cada vez más. Él ya me tiene agarrada por la cintura y yo le cojo del brazo. Se nota que va al gimnasio porque lo tiene duro. Hay tensión sexual entre nosotros, así que le propongo que me acompañe al hotel con alguna excusa. Me acompaña muy complacido, sabe lo que me propongo.
Estamos en la puerta del hotel. Le digo que en la habitación tengo mueble-bar y que si quiere una última copa antes de despedirnos. Acepta. Subimos en el ascensor solos. Sigue la tensión. Llegamos a mi habitación, abro la puerta, entramos, le ofrezco una copa y él se sienta. Le digo que espere un momento, que necesito ir al baño. Por suerte, guardé la ropa interior y los juguetes allí. Me quito la ropa rápido y me pongo un culotte y un corsé de encaje negro a conjunto, luego las medias y mis stilettos de 12 cm. Cojo la bolsa de los juguetes y salgo a la habitación. Está observando la habitación con detenimiento y cuando posa sus ojos sobre mi, abre la boca totalmente sorprendido. Obviamente, esto no se lo esperaba. Le pido que se siente en la silla. Obedece. Dejo la bolsa encima de la cama y me acerco a él. Está muy excitado. Me siento en sus piernas de cara a él. Mientras nos besamos, le quito la camiseta. Sí, definitivamente va al gimnasio. Seguimos besándonos. Le acaricio los hombros, el pecho, el abdomen hasta llegar a su pantalón. Le quito el cinturón. Le pido que se levante y se quite el resto de la ropa. Cuando termina, le digo que se vuelva a sentar. Estoy detrás de la silla. Le cojo las dos manos y se las ato con su cinturón. Me pongo delante de él. Cojo dos cuerdas de la bolsa y le ato las piernas a las patas de la silla. Bien, ya está completamente indefenso. No va a poder tocarme, pero sí verme. Vuelvo a sentarme encima suyo. Está ansioso, pero yo no tengo nada de prisa. Acerco la bolsa y saco un aceite de masaje con sabor a vainilla. Me unto las manos y empiezo a masajear los hombros. Suavemente desciendo hasta llegar a su polla, que está muy dura. Con una mano se la masajeo con un vaivén lento, mientras que con la otra masajeo sus huevos. Le beso, sin dejar de masajear. Quiere más, así que me levanto para ponerme de rodillas y chupársela a mi antojo. Con el aceite que le he puesto, sabe a vainilla, pero pronto le saco todo el sabor. Jadea e intenta mover los brazos, pero no puede. No quiero que se corra en mi boca, así que paro. Me pongo de pie, para quitarme el corsé y luego el culotte dejando, únicamente, las medias y los stilettos. Se muerde el labio y suelta un suspiro. Vuelvo a sentarme encima suyo, pero esta vez con su polla dentro de mi y, antes de empezar a moverme, cojo el antifaz y se lo pongo. Ya ha visto suficiente, es hora de dejarse llevar por las sensaciones. Me lo follo salvajemente y cuando nos corremos, le quito el antifaz y me dice que quiere más. De hecho, no tarda mucho en volver a estar empalmado. Le desato. Se levanta y me abraza, sin dejar de besarme. Me acerca a los pies de la cama y, aún de pie, me da la vuelta, quedándome de espaldas a él. Me besa el cuello, los hombros. Me lame la espalda, dejando un camino, para luego soplarlo y que se me erice la piel. Me muerde el culo suavemente. Se pone de nuevo de pie y con una de sus piernas, separa las mías, mientras que con su mano derecha, me empuja para que quede semi tumbada en la cama. Me masajea el culo y toca todo mi sexo. Estoy completamente húmeda. Me la mete con brusquedad y continúa así durante un rato, mientras yo no dejo de gemir. Sin dejar de empujar, me masajea el ano. ¡Oh, Dios mío! Estoy tan sumamente cachonda… Antes de acabar, me la mete por el culo, pero esta vez con más cuidado. Me toco el clítoris, mientras él continúa con sus embestidas. Nos volvemos a correr y cae desplomado encima de mí, con la respiración entrecortada. Se levanta y yo me giro para mirarle. Le sonrío y le indico donde está el baño. Le sigo y me ducho con él. Es muy tarde, así que le digo que se quede a dormir. Acepta.
Me despierto aunque es muy temprano todavía. Me visto y me arreglo, todavía me quedan muchas cosas por ver en Madrid. Alberto sigue durmiendo, así que le despierto con cuidado. Me mira soñoliento y sonríe. Le digo que me voy a ir, que se quede un rato más si quiere. Me dice que quiere pasar el día conmigo, que así me enseñará rincones que muy poca gente conoce. Acepto y espero a que se vista y se asee. Ya ha terminado. Ahora, a terminar de ver mi Madrid adorada.

Día sorprendente

Me despierto desconcertada por el olor a velas. ¿Cuando las encendí? y, ¿por qué las encendí? Me doy cuenta que no estoy sola, me giro y veo a Marta y Nathan desnudos y abrazados. Logro alcanzar mi móvil de la mesita de noche y les hago una foto. La verdad es que ha quedado muy artística, para no tener ni idea de fotografía. Sonrío, dejo el móvil donde estaba y me dirijo al baño.
Pongo la ducha en marcha y espero a que el agua se caliente. Me doy cuenta que no sé la hora que es, aún habiendo cogido el móvil antes. Sigo bastante soñolienta, así que la ducha me sentará genial. Ya está caliente. Dejo que el agua resbale por mi cuerpo, apoyo mis manos en la pared de enfrente y me quedo así unos minutos. Alguien ha entrado en la ducha. Me acaricia la cintura y me abraza. Es Nathan.
Me besa en el hombro y sube despacio por mi cuello. Me giro para mirarle. Tiene cara de sueño, pero está muy guapo. Se acerca para besarme, muy lento, muy suave, muy húmedo. Me pone y a él también. Desciende hacia mi cuello de nuevo, sin dejar de besarme. Sigue bajando y se detiene en mis pechos, para lamerlos haciendo círculos hasta llegar a mis pezones. Succiona y mordisquea mientras con sus manos acaricia mi espalda y mi culo. Luego continua besando mi abdomen y lame mi ombligo. Cada vez desciende más, hasta detenerse en mi sexo. Me mira y sonríe pícaramente. Es la primera vez que le veo sonreirme así y sé porqué es. El contacto de su lengua me hace vibrar. Suerte que lo llevo todo depilado, la sensación es mucho más placentera de esta manera. Empieza a chupar mi clítoris con la lengua plana, poco a poco, saboreándome. Después comienza a hacer círculos y me introduce dos dedos, provocando que jadee con intensidad. Ahora lo succiona y vuelve con los círculos pero esta vez más rápido e intenso. Creo morir cuando para, pero sólo lo hace para levantarme, pegarme a la pared de la ducha y follarme con intensidad. Al cabo de un buen rato, nos corremos y, por primera vez en la vida, eyaculo. Los dos nos sorprendemos y comenzamos a reir.
Terminamos de ducharnos, entre besos, caricias y bromas. Al salir, vemos que Marta no está. Ha dejado una nota que dice:
"Lo siento chicos, me he tenido que ir antes, me han llamado para ir a trabajar, se ha puesto enferma una de mis compañeras. Por cierto, os he visto en la ducha. Me ha gustado veros, aunque vosotros no os hayais dado cuenta de mi presencia. Sabed que me he masturbado. Lo de anoche estuvo muy bien, espero que lo podamos repetir de nuevo. Un saludo. Marta"
Caray, esta chica cada día me sorprende más. Nathan me mira y me dice que también se tiene que marchar, que no tiene prisa, pero que no puede quedarse conmigo todo el día. No importa, tal como acabó la noche anterior y como ha empezado este día, ya no me preocupa nada en absoluto. Preparo unas crêpes, mientras él pone una cafetera en el fuego y saca el zumo de melocotón de la nevera. Nos sentamos en la mesa de la cocina y desayunamos. Le pregunto que porqué se pone las gafas teniendo unos ojos tan bonitos. Me contesta que, en realidad, se siente más cómodo con ellas puestas. Me confiesa también que es fan de Superman y su alter ego Clark Kent. Me río, pero también le confieso que soy fan de ese personaje. Le sorprende, pero a la vez le intriga saber más cosas de mí. Por desgracia se tiene que marchar ya. Se despide de mí con dos besos y un abrazo muy cálido.
Me llaman al teléfono. Es Elías, mi jefe, otra vez. Dice que quiere verme, que es por trabajo. Le digo que en una hora estaré en la oficina. Me fastidia tener que ir a trabajar en domingo. No suele pasar, pero cuando ocurre, es porque alguien ha hecho una cagada monumental.
Acabo de aparcar y me dirijo al edificio donde trabajo. Subo al ascensor y marco la planta siete. Se abren las puertas y cruzo el pasillo. Pico con los nudillos en la puerta y enseguida me abren. Es Marta quien lo hace. Que raro, pero si dijo que iba a trabajar.
- ¡¡¡SOOOORPREEEEESAAAAAAA!!!
¡Oh, Dios mío! Lo había olvidado por completo, es mi cumpleaños y me han organizado una fiesta sorpresa. No me lo puedo creer, ha venido todo el mundo. ¡Incluso Nathan estaba implicado! Madre mía, no paro de recibir regalos, aunque el mejor sin duda ha sido el de esta mañana.
Elías se acerca y me felicita. Me da dos besos, muy apretados. Sé qué quiere, pero hoy no se lo voy a dar. Hoy es mi día. Además, ha venido con su mujer, dudo mucho que le haga gracia, como su marido y yo nos escaqueamos para hechar un polvo.
Hoy ha sido un día muy completo y estoy muy contenta. La verdad, no pensaba que acabaría así. Estoy cansada, me voy a dormir ya. Mañana, será otro día.

Celos y sexo

Desde que le hice la mamada a Elias, no ha parado de mandarme indirectas, mensajes y llamadas. Está como loco porque, por lo visto, nadie se la había chupado como yo antes. Yo le ignoro a propósito, me gusta que sea mi perrito faldero. En la oficina manda él, pero en todo lo demás, mando yo y sé que eso le pone un montón.
A Marta, acabé contándole lo que ella ya se imaginaba. Ella se reía y me explicó que, cuando él salió del baño aún estaba con la cara desencajada y la camisa mal colocada. También me confesó que no le hubiese importado participar en nuestro encuentro fortuito. Cosa que me sorprendió, porque Marta es una chica más bien tímida y un poco convencional. Al final, tanto salir conmigo, la voy a acabar pervirtiendo del todo.
Esta noche vamos a salir un rato, primero iremos a un pub a tomar algo y después nos encontraremos con un grupo de amigos y amigas en la discoteca. La verdad es que si no me doy un poco de prisa, al final se irá sin mi.
Al final es Marta la que llega tarde, pero la disculpo porque se ha arreglado estupendísimamente. Se ha alisado su larga melena pelirroja y se ha maquillado aportando toda la atención en sus labios carnosos de color rojo. Lleva un vestido corto, ajustado, de color negro y escotazo en la espalda y los zapatos rojos que le regalé por su cumpleaños. Se sube en mi descapotable y me dice:
- Perdona por tardar tanto Sandra, ya sabes que no estoy acostumbrada a salir.
- Te lo perdono porque estás despampanante. La verdad es que me has dejado impresionada.- Le guiño un ojo y le sonrío.
Es tan tímida que se sonroja. Si no la conociera, diría que le gusto, pero tampoco me ha dado a entender que es homo o bisexual. Es curioso, porque ahora que lo recuerdo, ni siquiera ha mencionado nunca que le guste algún chico, aunque en realidad, me importa bien poco su condición sexual, es mi amiga y punto.
Acabamos de salir del pub y, de camino a la discoteca, nos encontramos con Minerva y Xavier. Una vez dentro, vemos al resto del grupo. Entre ellos está Nathan, un chico inglés que ya lleva diez años en nuestro país. Es guapísimo, me tiene loca. No me malinterpreteis, no estoy enamorada, pero me encantaría tener un affair con él. Además hoy está tremendo con su camisa azul oscuro y sus tejanos rotos. Veo que se ha recogido la melena larga y oscura en una coleta, pero sigue escondiendo sus preciosos ojos verdes, en sus gafas retro. No lo puedo resistir y me acerco a él con paso decidido, pero Marta se me adelanta, plantándole dos besos muy marcados en las mejillas. ¡No me lo puedo creer! ¡Y encima se le está insinuando! ¡Oh, Dios, estoy celosa!
Después de saludar a todos, aparco mi cabreo y mis celos y me acerco a él. Es muy cariñoso y me encanta como me mira. El resto de hombres me comen con la mirada, pero Nathan no, él tiene una mirada dulce que me derrite al momento.
Empiezan a sonar las primeras notas de Sex on Fire de los Kings of Leon y empiezo a bailar. No sólo me gusta esta canción, sinó que la disfruto al máximo. Marta se acerca para unirse a mi baile. No lo podemos evitar y nos descontrolamos. Al final ella me coge del cuello y me besa. Es un beso muy sensual, largo y húmedo y cuando termina me pide perdón. A lo que yo le respondí con otro beso igual de excitante. Todos se sorprenden, excepto él, excepto mi Nathan.
Marta me pide que nos marchemos, me dice que tiene ganas de mi y yo acepto encantada. No es la primera vez que mantengo una relación lésbica, de hecho, se lo agradezco, porque parece que el resto del grupo no se sienten muy cómodos a nuestro lado. Al salir, nos damos cuenta que alguien nos sigue. Es Nathan, dice que quiere venir con nosotras, que quiere disfrutar de las dos. A mi no me importa pero miro a Marta por si le incomoda, pero veo que está más que contenta de que se una a nuestra fiesta privada.
Nos vamos a mi casa, es más grande y sé que Marta se encontrará mucho más cómoda. En cuanto llegamos, Nathan se avalanza hacia Marta, besándola muy despacito y cariñosamente. Él sabe que es una flor delicada y hay que tratarla con mucho cuidado. Eso me pone aún más cachonda. Mientras ellos se besan y manosean, me dedico a ambientar un poco más mi habitación: pongo mi CD favorito de Lenny Kravitz, es ideal para estas situaciones, enciendo velas por todas partes, apago la luz y dejo que la luz tenue juegue con las sombras de nuestros cuerpos.
Ya están desnudos y siguen jugando con sus manos, así que me quito la ropa y me uno a ellos.
Nathan está jugando con sus dedos en el clítoris de Marta, que jadea mientras ella le hace una paja. Entonces, me acerco para besarla y, suavemente, le pellizco los pezones que, ya están duros de por sí. Ella acerca una mano a mi clítoris, para acariciármelo. Ambas estamos húmedas y ambas queremos más. Nathan, por supuesto, también quiere más, así que se tumba y me pide que me siente encima y de espaldas a él. Su polla está muy dura, así que me la introduzco y empiezo a moverme a buen ritmo. Oigo como jadea. Yo también jadeo. Marta sigue jugando con mi clítoris, pero esta vez con su lengua. Es increíble lo bien que lo hace, me sorprende gratamente esta faceta suya. Estoy tan excitada que me corro y, aunque noto que él también lo está, parece contener su orgasmo para poder seguir dándonos más placer. Ahora es el turno de Marta. En esta ocasión, Nathan decide que se tumbe ella, boca arriba. Le coge las piernas, enrollándoselas, quedándose él de rodillas. Empieza a penetrarla, suave al principio para poco a poco ir subiendo la intensidad. Ella jadea tan rápido, que pronto se le seca la boca. Me acerco lentamente e, introduzco dos dedos en un vaso de agua y luego se los meto en la boca. Noto que me lo agradece. Bebo un poco sin tragar y se lo paso poco a poco, a modo de beso. Empieza a llegar al éxtasis cuando Nathan la deja a medias, pero sé cómo hacer que consiga alcanzar el orgasmo. Comienzo a lamerle el clítoris, suave pero rápidamente, mientras le meto dos dedos por la vagina. Noto como poco a poco se deshace de placer. Y Nathan hace lo propio con su polla en la boca de Marta.
Quedamos completamente exhaustos, pero satisfechos y mis celos han desaparecido por completo, cuando Nathan nos confiesa algo:
- Chicas, me ha encantado esta sesión de sexo. La verdad es que las dos me gustais mucho, pero no sabía a quien de las dos acercarme. Tú, Sandra, me parecías totalmente inaccesible con tu forma de ser. Eres una mujer muy fuerte y segura de ti misma y eso, me hacía sentir débil. Por el contrario, Marta, es tímida, insegura y sensible, por lo tanto, no sabía como acercarme sin que te sintieras incómoda. Pero después de ver el numerito que habeis montado en la discoteca, me dije que era mi única oportunidad de aprovechar el momento. Y aquí estamos.
- Y aquí estamos.- Repite Marta.
Los tres sonreímos y nos quedamos dormidos. Desde luego, ésta no es una anécdota que contar a los nietos, pero que recordaremos durante mucho tiempo.

Atracción en la cafetería

Estoy en mi habitación, frente al espejo de pie, completamente desnuda y me gusta lo que veo. Mi cuerpo se asemeja al de Marilyn Monroe, pero con el pecho más prominente, ligeramente caído, pero todavía siguen siendo bonitos. Si no tuviera prisa, me masturbaría en este momento, pero he de ir a trabajar. Me visto rápido, me maquillo, me recojo el pelo en un moño tipo bailarina, cojo el bolso y me voy.
He quedado con mi jefe en la cafetería de en frente de la empresa donde trabajo y, por lo visto, va a llegar tarde. Le pido a Marta que me prepare un café con leche y, mientras le echo el azúcar y un poquito de
canela, aparece Elias, mi jefe. Empezamos a hablar sobre el nuevo proyecto de finanzas que la empresa tiene entre manos pero, no consigo concentrarme. Es un hombre muy atractivo, con ojos almendrados en color miel, labios finos y el cabello en media melena castaño. Lleva un traje de chaqueta color gris oscuro, con camisa blanca y sin corbata. Se ha fijado en que le estoy mirando descaradamente y me estoy mordiendo el labio. Sonríe y hace lo propio conmigo, con la diferencia en que él, ha dejado fija su mirada en mi abundante escote. Me levanto, me acerco a él y a modo de invitación, le digo:
- Disculpe, voy un momento al baño de señoras.
Me mira perplejo y asiente.
Mientras me dirijo hacia el baño contoneando la cadera, sé que me está mirando el culo. Llevo mi mejor falda lápiz y unos stilettos de 12 centímetros, que estilizan mis magníficas piernas. A los tres minutos de entrar, abren la puerta. Es él, mirándome con lascivia. Cierra la puerta y echa el cerrojo. Se acerca a mi y me besa con brusquedad, intentando desnudarme. Me separo de él y con un dedo le digo que no, que se quede quieto y no haga absolutamente nada. Continuo besándole, mientras le desabrocho el cinturon y le bajo los pantalones junto a los boxer. Su erección es impresionante, no por el tamaño en sí, sinó por lo bien que apunta hacia arriba. Le cojo la polla con las dos manos y empiezo el vaivén. Elias suelta un pequeño jadeo y, entonces, empiezo a jugar con mi boca. Primero le lamo la punta y la mordisqueo con suavidad, luego voy subiendo la intensidad y la meto hasta la garganta. Mientras lo hago, le miro la cara y está tan excitado que no puede parar de jadear. Entonces paro un momento, para chuparme el dedo índice y me mira sorprendido sin comprender. Vuelvo a la carga y, cuando menos se lo espera le introduzco el dedo por el culo y le empiezo a estimular suavemente el punto G. Automáticamente, se corre en mi boca. Me levanto, le miro a los ojos, me trago el semen, me lavo las manos, me coloco la falda y la camisa, me maquillo los labios, le sonrío, le guiño un ojo y salgo del baño dejándolo estupefacto.
Marta, la camarera, me mira sonriéndome porque sabe lo que ha ocurrido dentro del baño. Es mi mejor amiga y me conoce mejor que nadie. Pago los cafés y me dirijo a realizar mi trabajo en la empresa.

La bienvenida

Has entrado a fisgar en mi blog, por lo tanto te doy la bienvenida y espero que disfrutes de mi insomnio tanto como yo.
Buenas noches, o no…