domingo, 20 de julio de 2014

Realidad

Hoy, cuando he despertado, me he dado cuenta que estaba en casa, en mi dormitorio, en la cama que compartía con mi mujer, pero ella no estaba conmigo. Me ha sorprendido escuchar una melodía, que me resultaba muy familiar. He recorrido todas las habitaciones pero no había nadie.
Durante todo el día me he sentido extraño. En ocasiones no veía nada en absoluto, en otras estaba mareado pero, sobre todo, el dolor de cabeza no ha dejado de martillearme. He mirado en el armario de los medicamentos, a ver si encontraba algo, pero estaba completamente vacío.
De repente, me vienen pequeños flashbacks, que me dejan algo confuso. Me veo discutiendo con mi mujer, en la cocina; ella me lanza un vaso a la cabeza, que consigo esquivar... Y, entonces , se corta ahí. No recuerdo porqué discutíamos, pero sé que es por mi culpa. En otro flashback, salgo de casa muy enfadado y voy en dirección al coche; entro en él y arranco; ella, que iba detrás mío, empieza a dar golpes en la ventana del conductor. Me doy cuenta que está lloviendo porque está empapada, pero sigue gritándome; la miro cabreado y salgo pitando de allí. Vuelve a cortarse. En el siguiente, me veo conduciendo, como un loco. El parabrisas no da a basto con la tormenta que cae. La carretera está oscura y apenas se ve nada. Entonces, al girar una curva, una luz blanca me ciega por completo y, después, nada. Me asusto, porque no sé en qué momento sucedió todo esto.
Necesito descansar, estoy muy cansado y sólo quiero dormir y que pase toda esta mierda.

-Mmm...
Abro los ojos, aunque me cuesta mantenerlos abiertos. Lo veo todo borroso.
-Mmm...
Vuelvo a abrirlos. Esta vez veo algo mejor. Está todo oscuro, pero entra una ligera claridad por mi lado derecho.
-Mmm...
Giro la cabeza y ahí está la mujer más bonita de este mundo. Está dormida en una silla, con la cabeza apoyada en mi cama.
-Ca... Cariño...-digo en un susurro.
Se despierta, me mira e intento sonreír. Abre los ojos asombrada y grita:
-¡ENFERMERA! ¡UNA ENFERMERA O UN MÉDICO, POR FAVOR!
La miro desconcertado, pero no me da tiempo a preguntarle porqué los llama, cuando me abraza y empieza a besar.
A los dos segundos, tengo a un grupo de enfermeras y médicos que no paran de mirar a los monitores que hay a mi alrededor, de hacerme pruebas y hacerme preguntas que no sé muy bien como contestar. Cuando terminan, le pregunto a uno de ellos:
-¿Qué me ha pasado?¿Por qué estoy en el hospital? No entiendo nada.
-No se preocupe, ahora se lo explicará su mujer. Lo que le puedo decir es que es un milagro que esté vivo y nos alegramos que así sea. -Me toca el hombro, me sonríe y se va.
Miro a mi mujer desconcertado. Ella me mira y comienza a explicar con lágrimas en los ojos:
-Aquella noche discutimos muy acaloradamente. La puta esa con la que me ponías los cuernos, vino a casa por la tarde, mientras tú trabajabas y tuvimos una "charla". Cuando llegaste a casa y entraste a la cocina, te lancé un vaso a la cabeza y empecé a gritar como una loca. Tú tampoco te quedaste corto. Después saliste de casa y te metiste en el coche. Yo salí tras de ti, insultándote, aunque tú no me oías porque llovía tanto, que dentro del coche no me escuchabas. Saliste disparado y yo me quedé llorando en mitad de la calle. Después entré y me metí en nuestra habitación. Debí quedarme dormida de tanto como lloré, porque cuando sonó el teléfono me asusté. Me dijeron que estabas aquí y desde entonces no me separé de ti.
-Y... ¿Cuánto hace de eso? -Pregunté sin querer saber la respuesta.
-Hace cuatro meses.
-¿He estado cuatro meses en coma?
Asiente con la cabeza y dice:
-Desde ese día, no he querido despegarme de ti. También ha venido mucha gente a visitarte; el médico nos dijo que era bueno que te hablásemos aunque no sabía si nos escuchabas. -Se queda un momento callada. Me besa con sus labios cálidos. Luego, me dice: -Tenía tanto miedo de perderte...
Rompe a llorar y le digo:
-Nunca me has perdido y nunca me perderás.
-Y... ¿la otra? -Dice en un susurro y con la cabeza gacha.
-A la otra, no la quiero volver a ver, jamás. Aquello fue un gran error que cometí. Nunca debí hacerte daño. Siempre seré tuyo. -Yo también lloro.
-Siempre seré tuya. -Me dice.

FIN.

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