lunes, 30 de junio de 2014

Disfrutando la soledad

Sigo estando solo, aunque tengo la sensación de estar acompañado en todo momento. Es como si el mundo hubiese sufrido algún tipo de ataque, ya sea bacteriológico, alienígena o incluso zombie. No, este último pensamiento lo descarto. Si hubieran zombies, estaría corriendo o escondiéndome de ellos. Lo de los aliens... no sé, me recuerda un poco al libro de Mecanoscrito del segundo origen de Manuel de Pedrolo, sólo me falta mi Alba. Por otro lado, lo del ataque bacteriológico o cualquier forma que el ser humano pueda hacer que nos destruyamos, cobra fuerza en mi mente y me hago muchas preguntas que no puedo contestar. De ahí, que me haya pateado toda la ciudad de punta a punta, en busca de algún "superviviente" como yo. Pero nada, no he encontrado a nadie. Sin embargo, las tiendas y las viviendas están intactas; todo sigue en su sitio.
A pesar de estar tan solo, es un placer poder entrar en librerías y bibliotecas; he tenido tiempo para leer de sobras, aunque el tiempo es relativo, ya que, mi reloj no funciona desde hace mucho. Aún así no me quejo, he podido disfrutar de cosas que no hacía desde hace mucho, como oler el café recién molido en una cafetería, rebuscar vinilos de clásicos (y no tan clásicos) del rock, coger "prestada" una cámara reflex y fotografiar los lugares más bonitos de esta ciudad, etc.
Y, ahora, me encuentro en la playa de Sant Miquel, esperando a que amanezca para poder inmortalizarlo con esta fantástica cámara, mientras vuelvo a releer los momentos de supervivencia de Alba y Dídac. Empiezan a despuntar los primeros rayos de sol y me parece algo tan hermoso y sencillo a la vez... Ojalá estuviera aquí mi mujer. Nunca pude compartir con ella un amanecer tan bonito y espectacular. La echo de menos, a ella y a mis hijos, pero esta vez ya no siento desesperación. Algo me dice que están vivos, que están en alguna parte y que están cerca de mi.
Después de mi paseo por la playa, me he dedicado a cotillear en las cocinas de los restaurantes y, me ha venido una pregunta inquietante, ¿cuánto tiempo llevo sin comer? No recuerdo haber provado bocado desde que salí de aquella habitación gris y apática. Ni siquiera recuerdo haber comido nada allí. Lo curioso es que tampoco tengo apetito y, aún así, no he perdido peso. Tampoco he sentido la necesidad de beber, pero tampoco me siento deshidratado. Intentaré no darle demasiadas vueltas, porque bastante tengo ya con estar solo y no poder compartir con nadie mis pensamientos.
Parece que se está nublando. Es extraño porque desde que salí de aquella casa, mi casa que no era mía, ha hecho sol y la temperatura era agradable. Sí, se ha nublado y empieza a lloviznar, pero es una lluvia agradable y cálida. Me quedo un rato parado en mitad de la calle, disfrutando del momento. Una canción viene a mi mente, I'm singing in the rain. Sonrío, empiezo a cantarla y a moverme como Gene Kelly en la película. Total, nadie me ve y puedo hacer lo que me plazca. Al terminar, estoy jadeante pero el subidón de adrenalina, me ha sentado genial. Además, está dejando de llover y vuelve a salir el sol, el del atardecer. Por suerte, me encuentro cerca del Palau Sant Jordi y puedo disfrutar de las mejores vistas para ver como se pone el astro rey. Al menos, hoy, me he sentido un poco más vivo.

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