miércoles, 2 de abril de 2014

La voz

No se cuanto tiempo llevo aquí encerrado, en esta habitación sucia, fría y gris. Lo único que hago es acercarme a la ventana y, aunque siempre está lloviendo, miro las nubes. Hay días en los que son tan negras, que parece de noche. En esos días, la tormenta se vuelve amenazadora y peligrosa, con truenos, rayos y relámpagos. Al principio me daba miedo, pero ahora me encuentro en una especie de letargo, en el que ya nada parece afectarme. En los días de nubes color plomo, la lluvia es persistente y varía de intensidad en los que, en ocasiones, se vuelve tormenta y, en otras, parece que amaina, pero siempre llueve.
Hoy, las nubes están blancas y, cae una llovizna suave. Es extraño porque nunca las había visto así. Parece, incluso, que va a dejar de llover. Esto hace que mi corazón empiece a latir con fuerza, como cuando ves a esa persona. Me he acostumbrado tanto a este clima, que ya no recordaba ni lo que se sentía tener sangre en las venas.
¿Es posible? ¿Acaba de dejar de llover? ¡No lo puedo creer! Un rayo de sol ha salido entre las nubes y un precioso arco iris ha aparecido tímidamente ante mis ojos. Es... magnífico. Me resbala una lágrima por la cara y, antes de que me la limpie con el dorso de la mano, noto que alguien me acaricia y me la limpia. Pero no es posible, porque estoy completamente solo. ¿Me estaré volviendo loco?
Necesito salir de aquí. Abro la puerta que, curiosamente, está abierta. Es extraño porque, durante todo este tiempo ha permanecido cerrada con llave y nunca he podido salir. No sé si se trata de una trampa pero, después de tanto tiempo encerrado, no quiero seguir estando en esta habitación.
Lo primero que veo al salir, es una luz blanca e intensa que me hace cerrar los ojos. Cuando los vuelvo a abrir, me encuentro en el salón de mi casa. Está todo igual que lo recordaba, excepto por una cosa, no hay nadie más que yo. Llamo a mis hijos, pero no me responden. Llamo a mi mujer, pero tampoco lo hace. Empiezo a angustiarme. ¿De verdad estoy solo?
Me acerco a la chimenea y miro las fotos de mi familia. Estábamos todos tan felices... No entiendo qué ha pasado, porqué estoy tan solo. De repente, oigo una voz, una voz femenina. Me resulta familiar. Parece que viene de fuera. Tengo que salir de aquí, si hay alguien ahí fuera, necesito que me cuente qué está pasando.
Salgo a la calle, pero no hay nadie. Mmm, que agradable sensación notar el sol en la piel. Me quedo unos minutos disfrutando de este momento, hasta que la voz femenina vuelve a sacarme de mi letargo.
-Quédate conmigo.
-¿Quién eres?- Pregunto, pero no obtengo respuesta alguna.
Me dirijo hacia el parque que tengo delante. Se parece mucho al que hay en frente del colegio de mis hijos, pero no hay niños jugando, ni padres hablando, ni ruido, ni nada, sólo yo. Toco las cadenas de los columpios, me acerco a los bancos y miro a mi alrededor. El mundo ha canviado.
-Quédate conmigo.
-Pero, ¿dónde estás?- Grito pero, de nuevo, silencio.
Sigo buscando, pero no la encuentro. No me voy a dar por vencido. Si ella puede hablarme y verme, yo debería poder encontrarla. Y sé que la encontraré.


2 comentarios:

  1. Me parece un relato tipo pesadilla, aunque quizás si te quedas pensando igual hasta tiene su trasfondo. Sentir que todo ha cambiado y que estás solo podría aplicarse a como nos sentimos en ocasiones. Diferente a los eróticos pero muy bien explicado.

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    1. Uff!! Veo que lo que pretendía con este relato, cumple con mis expectativas XD
      Creo que el final de esta historia os gustará y os sorprenderá a tod@s en general ;)

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