sábado, 6 de septiembre de 2014

Sociedad Maldita III (PV)

Hace un par de semanas, aproximadamente, una amiga y yo vimos en su casa una película. Se trataba de Guerra Mundial Z. En realidad, la vimos porque esa noche decidió tornarse lluviosa y no pudimos salir a tomar algo como habíamos decidido en un principio, así que nos quedamos en su casa y vimos esa película. Después de verla, nos pusimos a hablar sobre lo bien hecha que está, sobre lo guapísimo que es Brad Pitt y, luego, empezamos a hablar sobre los zombies y qué pasaría si la ficción, se volviera realidad. Las dos estábamos de acuerdo en que acabaríamos siendo zombies (las cosas como son).
Resulta que vivimos en un pueblo costero cerca de Barcelona, en el que estaríamos atrapadas. El pueblo tiene una carretera principal que pasa por la costa, una secundaria que atraviesa el pueblo y la autopista que está por encima del pueblo. Con lo cual, ir en coche, sería la muerte segura, con zombies incluidos. En definitiva, vivimos en un pueblo donde la muerte está asegurada.
Estuvimos hablando, también, que lo más probable era que cayeran primero las grandes ciudades, por eso de que hay más gente y esas cosas, por lo tanto, a los pueblerinos (sin ánimo de ofender) nos daría un poco más de tiempo para poder proveernos de alimentos y escondernos lo mejor posible, sin hacer ruido, con la esperanza de pasar desapercibidos y no morir en el intento.
Eso es lo que haría yo. Iría al supermercado, cogería todas las latas de conserva y botellas de agua que pudiera cargar (en mi carro de la compra), me metería en casa, cerraría la puerta y las ventanas, pondría muebles en ellas para bloquear el paso (toda precaución es poca) y esperaría a que toda la locura pasara. Iría comiendo mis provisiones (sin abusar, claro) y cuando se me terminaran y no tuviera más remedio que salir a por más, sólo entonces saldría a la calle. Antes de salir, llenaría una mochila con cuchillos y objetos afilados, un par o tres de linternas, un collarín para el cuello, una manta de sofá y, luego, cogería libros o revistas y me las enrollaría en los brazos con cinta aislante. Me aseguraría que no hay zombies en la calle y bajaría por el balcón reptando por una sábana (vivo en un primer piso, así que no hay mucha caída). Una vez en la calle, me pondría el collarín en el cuello y sacaría un par de cuchillos. Y, probablemente, acabara muerta al cabo de dos minutos, o no. Si sobreviviera, no sé qué haría después, ya que ir hasta la playa sería muy peligroso e ir a la montaña también. Estaría atrapada por las dichosas carreteras llenas de gente muerta...
Pensaréis que estoy loca o que he visto muchas películas del estilo o, incluso, que tengo mono de The Walking Dead, quién sabe. Podría ser que fuera así pero, en realidad, lo que pienso es que estamos demasiado apegados a nuestras posesiones materiales y no nos damos cuenta que hay cosas mucho más importantes en la vida que tener el último modelo de móvil. De hecho, mi amiga y yo estuvimos hablando sobre el tema y llegamos a la conclusión de que el planeta debería castigarnos con algún tipo de plaga zombie o algo así, para que nos diéramos cuenta que lo que realmente importa, es vivir.
Pensad una cosa, en África están viviendo enfermedades de todo tipo, hay muchísima pobreza, y los que se enriquecen lo hacen a costa de llenarse las manos de sangre. Ellos no tienen nada pero, un niño africano es más feliz cuando le dicen que ese día, va a poder tener un cuenco de comida, que si le dan un juguete.
Y digo que deberíamos tener una plaga zombie, cuando en realidad ya lo somos, siempre tan absortos en nuestras tablets, móviles, laptops, etc., no nos damos cuenta de lo privilegiados que somos y que, algún día podría ser que cambiara el rol y ser nosotros los que no tengamos nada y acabemos siendo felices con un sólo cuenco de comida.

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